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Quién es el primer argentino de la historia que logró hacer cumbre en el Nanga Parbat, la “montaña asesina” de Pakistán

El alpinista y empresario de 52 años Juan Pablo Toro logró llegar a la cima del Nanga Parbat, la novena montaña más alta del mundo con 8.126 metros y considerada en el podio de las más peligrosas.

El alpinista y empresario Juan Pablo Toro se convirtió en el primer argentino en alcanzar la cumbre del Nanga Parbat, la novena montaña más alta del mundo (8.126 metros), considerada una de las tres más peligrosas por su alto índice de mortalidad (por ello se la llama “Killer Mountain”).

Después de 30 días de expedición, Toro, de 52 años, llegó el lunes a la cima del Nanga Parbat, en Pakistán, una de las dos montañas entre los 14 picos más altos del mundo que todavía no habían sido ascendidas por argentinos (la otra es el Annapurna, en Nepal).

Para ello realizó un ascenso deportivo por la ruta Kinshofer de la vertiente Diamir, sin uso de oxígeno suplementario y contando con servicios logísticos de una agencia local en el campo base. En todo el recorrido estuvo acompañado por el guía profesional boliviano Hugo Ayaviri y por un grupo integrado por cinco escaladores italianos y uno ecuatoriano.

El empresario, quien es CEO de una empresa de seguridad, ya había hecho un primer intento durante 36 días entre junio y julio de 2022 junto al guía Matías Erroz. En esa ocasión, había alcanzado los 7.000 metros, pero no había podido continuar debido a las peligrosas condiciones que presentaba la montaña, con alto riesgo de avalanchas y desprendimientos de rocas. Un año después, consiguió el gran objetivo.

Juan Pablo Toro en la cumbre del Nanga Parbat. Foto: Instagram @juanp_toro.Juan Pablo Toro en la cumbre del Nanga Parbat. Foto: Instagram @juanp_toro.

Antes de Toro, otros tres argentinos habían intentado, sin éxito, alcanzar la cumbre del Nanga Parbat: Tomás Heinrich en 2007, Leonardo Proverbio en 2011 y Mariano Galván en 2017 (falleció en esa expedición como consecuencia de una avalancha).

El Nanga Parbat (cuyo nombre quiere decir “Montaña Desnuda”) fue escalado por primera vez en 1953 por el austríaco Hermann Buhl. Es una montaña difícil y peligrosa, en la que han ocurrido diversos accidentes, fundamentalmente debido al mal tiempo característico de la zona y a las constantes avalanchas que barren sus inmensas paredes. De hecho, tiene la segunda tasa de mortalidad más elevada entre las cumbres de más de 8.000 metros, solo superada por la del Annapurna.

Según estimaciones realizadas por Alan Arnette, un reconocido analista de las expediciones a los Himalayas, hasta la fecha se han producido aproximadamente 350 ascensos exitosos a la cumbre del Nanga Parbat. A ese acotado listado se sumó Juan Pablo Toro.

El argentino comenzó a practicar escalada en 2000 junto a Guillermo, su hermano. Su primera gran experiencia fue en el Volcán Lanín (3.776 metros) y luego se lanzó a montañas de entre 5.000 y 6.000 metros en Mendoza y Salta. Su siguiente reto fue alcanzar la cima del Aconcagua (6.965 metros): se preparó durante un año y logró el objetivo en febrero de 2013.

Juan Pablo Toro en la cumbre del Nanga Parbat. Foto: Instagram @juanp_toro.Juan Pablo Toro en la cumbre del Nanga Parbat. Foto: Instagram @juanp_toro.

“Lejos de convertirse en un punto cúlmine de mis días de andinista, fue el puntapié inicial de todo lo que vino en los siguientes 10 años”, explicó Toro. Desde entonces ascendió siete de las diez cumbres más altas de América y el Mont Blanc (4.809 metros), situado entre Francia e Italia.

“Lo primero que siempre me viene a la cabeza es la adrenalina que genera la experiencia de estar en las montañas, la naturaleza, los paisajes, una belleza extrema que uno quiere repetir una y otra vez”, detalló Toro sobre su motivación para afrontar estos desafíos. Y añadió: “En la práctica del montañismo ocurre un encuentro con uno mismo. Las horas y días en soledad te llevan a un encuentro muy profundo con tu ser y tu espíritu”.

Esa gratificación se complementa con el riesgo que acarrean estas expediciones. “La montaña es un viaje del cual es posible no volver. Y si volvés, no volvés siendo la misma persona. Soy una mejor versión de mí cada vez que vuelvo a casa de una expedición, aseguró. Y resaltó que las cualidades fundamentales para estos retos eran “la confianza, la fortaleza mental, el autocontrol y el autoconocimiento”.

Si bien Toro creía que solo tendría una oportunidad de alcanzar la cima de una montaña de más de 8.000 metros, tras su éxito en el Nanga Parbat no descarta otra expedición similar. “El esfuerzo físico, económico y emocional es muy grande. Necesito tomarme un par de años para ver cómo decanta lo que acaba de ocurrir y luego veré qué siento. En principio, me gustaría intentar alguna vez el K2 (ubicado en Pakistán)”, sostuvo.

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