La estudiante pampeana, de 19 años, fue asesinada en Cipolletti a principios de julio. ¿Por qué no hay nadie detenido?
Ya pasaron 79 días del crimen de la estudiante pampeana Agustina Fernández (19) en Cipolletti y no hay ningún detenido. Apenas un dudoso identikit, una recompensa de un millón de pesos y un “amigo” con actitudes que dejaron mucho que desear.
Silvana Cappello (41), mamá de la víctima, no se resigna a esperar justicia sentada en su casa. Ya está organizando una marcha en la ciudad rionegrina a la que su hija había llegado este año para estudiar Medicina en la Universidad del Comahue (UNC), para el 5 de octubre.
Agustina fue atacada el 2 de julio en el departamento de su vecino, Pablo Parra, un trabajador petrolero que tiene 37 años -no 24 como había trascendido en principio- y que ya no vive allí ni tampoco pudo conservar su empleo.
Parra, que doblaba en edad a la víctima, quedó bajo sospecha al inicio de la investigación, pero ni siquiera estuvo demorado. Una prueba de ADN lo favoreció: los rastros hallados en las uñas de la víctima eran de un hombre, pero no correspondían a él.
Sin embargo, una serie de actitudes lo pusieron bajo los cuestionamientos de la familia de Agustina.
Según declaró, esa noche había quedado en cenar con ella en el departamento que alquilaba sobre la avenida Confluencia al 1300. Hasta le había dado una llave, ya que le prestaba su lavarropas. Pero el hombre dijo que aquel 2 de julio salió, sin su celular, porque lo estaba cargando, para hacer unas compras. Volvería una hora más tarde.
Primero pasó por lo de su padre a dejar una parrilla. Se quedó hablando un rato con él. Luego se fue hasta la heladería Grido. Regresó a su domicilio, dejó estacionado su auto y caminó hasta la despensa que está a la vuelta del complejo para comprar un par de cervezas.
Al entrar, cerca de las 20.20, encontró a Agustina con golpes en la cabeza y con convulsiones.
En vez de llamar a una ambulancia, Parra revisó el departamento por si había algún intruso y también afuera. “Fue al patio, miró el tapial, de tres metros de altura, vio que del otro lado había una escalera. Recién ahí llamó a la Policía y más tarde llamaron a la ambulancia, mientras ella convulsionaba en el suelo, en medio de un charco de sangre”, advierte Cappello.
Agustina murió el 5 de julio en el hospital de Cipolletti. Por eso, los días 5 de cada mes hay marchas en esa ciudad y en Santa Rosa, de donde ella era oriunda.
Parra también declaró que le robaron. Que se llevaron 1.000 dólares, un crucifijo de plata y ropa, además de su celular y el de la chica.
“Se subestimó mucho todo en los primeros momentos, en las primeras horas. Todo parece ser un robo, aunque no estaba muy revuelto el departamento”, dice la mamá de la víctima.
Brigada especial
El fiscal general de Río Negro, Fabricio Brogna, ordenó la creación de una brigada especial para buscar a los responsables del crimen, por ahora sin resultados.
El identikit del sospechoso se hizo el 8 de julio, aunque nadie sabe quién fue el que dio los datos para elaborarlo. Se trata de un joven con un tatuaje con el número 10 en una ceja y con la palabra “ROCK” tatuada en los dedos de una mano.
Además, el Gobierno ofreció una recompensa de un millón de pesos para quien aporte datos útiles que permitan esclarecer el caso.
Agustina había cursado el primer año de la carrera universitaria de manera virtual, en 2021, debido a la pandemia de COVID-19. En 2022, cuando empezaron las cursadas presenciales, se instaló en Cipolletti, ubicada a 540 kilómetros de Santa Rosa.
“Ella lo había elegido porque le gustó la propuesta. No quería ir a Córdoba. No le dimos la opción de Buenos Aires y La Plata por la inseguridad“, cuenta Cappello, que tiene otra hija de 8 años.
La mujer señala que cuando la vieron por última vez, el fin de semana largo de junio, fueron a cenar por el Día del Padre en “un lugar muy lindo” de Cipolletti que ella eligió.
“Cuando salió del baño, saludó a un chico (de poco más de 20 años), me di cuenta que le gustaba por la forma. Había ido arreglada, ella no era de maquillarse, era muy sencilla, entonces me dije ‘epa, acá pasa algo‘”.
Cuando se sentó otra vez a la mesa, su mamá le dijo: ‘Bueno, no estás tan sola en Cipolletti‘”. Agustina se sonrió, pero no comentó nada, ya que era “reservada” en esas cuestiones.
Al día siguiente del ataque, Parra se presentó en el hospital junto a sus padres y quiso hablar con los papás de la chica, pero éstos le respondieron que no era el momento.
Luego del homicidio, habló con la radio LU19 y se quejó de que lo escrachaban en las redes sociales.
“Tres meses es muy poco tiempo como para confiarle a una nena una llave. Él tiene 37 años, ella tenía 19. Me guardo lo que pienso“, asegura Cappello respecto de Parra.
En los últimos días se viralizó una foto suya, a pura diversión, en una fiesta electrónica en la sede de un sindicato, en Cipolletti, donde se presentó la DJ ucraniana de progressive house Miss Monique.
“¿Te imaginás entrar y ver a tu amiga temblando en el piso, inconsciente, con sangre. Y después así, como si nada, divirtiéndote? …Increíble“, objetaron en las redes sociales. Mientras para él la vida sigue, la familia de Agustina todavía lucha por justicia.