Fue en una reunión global este miércoles. Clarín accedió a la información que explica qué hace la nueva variante con los anticuerpos y las reinfecciones. También hay una buena noticia.
A partir de la circulación de la variante Ómicron, los anticuerpos neutralizantes de las vacunas caen dramáticamente, entre 35 y 50 veces. El diagnóstico fue comunicado este miércoles durante una reunión global que la Organización Mundial de la Salud mantuvo con investigadores independientes y algunos representantes de laboratorios farmacéuticos.
“¿Qué evidencia tenemos de que Ómicron evade la inmunidad y cuáles serían sus implicancias?”, fue el título de la reunión que se realizó por Zoom durante casi cuatro horas y a cuyo contenido Clarín tuvo acceso.
El director del encuentro fue William Dowling, investigador de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés). La presentación y el cierre estuvieron a cargo de Philip Krause, director adjunto de la FDA.
Participaron, entre otros, científicos del Africa Health Research Institute, el Instituto Karolinska de Suecia, del John Hopkins School of Medicine, el Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical en Hamburgo, del Ministerio de Salud de Israel y de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
Las vacunas cuyas performances contra Ómicron se ponderaron fueron las de Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Para el resto de las marcas por ahora no hay información. O al menos no fue presentada en las ponencias de este miércoles. Los datos expuestos, se aclaró, son provisorios y requieren de estudios más amplios.
Para tener una idea del poder de Ómicron, hay que recordar que con la variante Beta la eficacia de las vacunas se reducía 9,2 veces. Ahora, la baja es entre 35 y 50 veces con respecto al virus original de Wuhan.
¿Qué significa que se reduce la eficacia? Que sube drásticamente la posibilidad de que una persona que toma contacto con el coronavirus se infecte y tenga síntomas. El universo analizado fueron personas que habían recibido la segunda dosis hacía cuatro semanas.
El dato de la reducción de la eficacia de las vacunas contra Ómicron es consistente con otra cifra: según un estudio sudafricano expuesto en la videoconferencia, la tasa de reinfección es del 12 por ciento. Según datos del Ministerio de Salud argentino, la tasa de reinfección hasta hoy (con el predominio de Delta) fue menor al 1,5 por ciento.
Durante la reunión de la OMS apareció un dato alentador. Ómicron no vulneraría la inmunidad celular. La respuesta de memoria de las vacunas se mantendría inalterable (algo que también sucedía con Delta), con lo que la posibilidad de que exista enfermedad grave y muerte no sería mayor. Se habló de un 29 por ciento menos de severidad que en la primera ola pandémica.
El problema es que la alta transmisibilidad (confirmaron que Ómicron es 3,5 veces más contagiosa que Delta) provocaría un volumen exponencial de casos y en consecuencia una importante cantidad de pacientes requeriría de internación, lo que podría comprometer los sistemas de salud. Aunque, según datos preliminares, el tiempo promedio de internación sería menor.
La buena noticia en este contexto es que, según las investigaciones presentadas, la aplicación de una tercera dosis o dosis de refuerzo haría que la caída de la eficacia de las vacunas sea sólo de 4,2 veces. Pero viene acompañada de una mala: la duración de los anticuerpos neutralizantes del booster tendría una fecha de vencimiento corta, de tres meses.
Eso abre un nuevo capítulo, vinculado a cómo serán las vacunas del futuro próximo. En la reunión se manifestó el hecho de que el mundo no puede estar vacunando cada tres meses, ya que la capacidad productiva de las farmacéuticas no daría abasto. Por eso lo que viene sería una nueva generación de vacunas que optimice la producción de anticuerpos.
Ese cambio contemplaría una estrategia científica más eficaz. Durante la respuesta inmune a la infección viral por Covid se desarrollan anticuerpos de diferentes tipos contra las proteínas del coronavirus: proteína Spike (S), Nucleocápside (N), entre otras. La clave, se cree, sería que la inmunidad de las vacunas sea impulsada no sólo por la S, sino también por la N, que es más estable.
Otro dato deslizado este miércoles fue la explicación de por qué Ómicron generaría un menor daño respiratorio que las variantes precedentes. Según uno de los trabajos presentados, eso estaría vinculado a que la replicación del virus ocurre en mayor medida a nivel bronquial y no tanto en el tejido pulmonar.
Las conclusiones tras la reunión global de la OMS estarían dando cuenta de una nueva fase en la historia de la pandemia, en la que la transmisibilidad y las reinfecciones cambian el escenario conocido, aunque la gravedad de los cuadros no parece ser directamente proporcional a ese poder de circulación.
Una incógnita: aún no se sabe por qué Ómicron es más contagiosa. Los investigadores determinaron que no puede atribuirse ese incremento a una mayor afinidad en la unión con el receptor ACE2 de la célula humana, un mecanismo que sí explicaba el incremento de transmisibilidad de Alpha y Delta.
Con todos esta información sobre la mesa, durante la reunión quedó en evidencia la necesidad de motorizar dos medidas clave: por un lado, insistir con la prevención, el uso del barbijo y el distanciamiento. Por otro, apurar las dosis de refuerzo para que los anticuerpos neutralizantes de las poblaciones permitan que el virus no se descontrole.
En Argentina todavía quedan más de 6 millones de personas con una sola dosis. Sólo el 68,2 por ciento de la población completó su esquema de vacunación. Y se han aplicado 3,3 millones de terceras dosis o refuerzos, lo que representa apenas el 7,3 por ciento de la población. Brasil cubrió ya al 10 por ciento con boosters; Uruguay, al 41,5 por ciento; Chile, al 49,6; Estados Unidos, al 16,5; Reino Unido, al 35,3 y la Unión Europea, al 18,7.