Empiezan varias horas antes del amanecer. Una teoría afirma que creen que es de día por el brillo de las luces LED.
“Desde que pusieron luces LED, escucho a los zorzales cada vez más temprano”, dice Alejandra (37), de Caballito. “Antes los oía cuando amanecía y volvía tarde de algún lado. Ahora llego a las 2 y ya están cantando”, se queja Sandra (36), de Ituzaingó. “El tema salió el otro día en un asado con amigos. No sabemos por qué pero todos los oímos de noche cerrada”, cuenta Leandro (30), de Lomas de Zamora.
Adelantados, estridentes, varias horas antes del amanecer. Llega la primavera y los zorzales -colorados o chalchaleros- cantan: buscan pareja o defienden territorio. Se rigen por la luz del día y la oscuridad de la noche. Arrancan entre las 2 y las 3 de la mañana, pero el amanecer es dos o tres horas después. Las culpables podrían ser las luces de la ciudad, el ruido, o todo junto.
“La mayoría de las aves diurnas se escuchan más en las primeras horas del día y las últimas de la tarde. En las ciudades ese ciclo de luz y oscuridad es diferente, por los focos de las casas, los carteles, el alumbrado. Eso estimula al pájaro a seguir cantando incluso de noche. Lo hace pensar que todavía es de día”, resume Mariano Barros, biólogo de la Fundación Biodiversidad y ex funcionario del Ecoparque porteño.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires y otras ciudades del país, el alumbrado público poco a poco fue volviéndose LED. En territorio porteño el recambio se hizo entre 2014 y 2019. Son focos que iluminan mejor y consumen menos. Pero toda ventaja puede tener un lado B.
“El mayor factor perturbador para los pájaros es la sobreestimulación lumínica de las grandes ciudades, que hace que muchas veces empiecen a cantar incluso antes del amanecer”, destaca Manuel Encabo, especialista en aves de la fundación Caburé-í.
Pero enseguida aclara que no está probado que sea un fenómeno nuevo. “Para corroborar un cambio en la actividad de estas aves, tendría que haber un estudio a largo plazo”, advierte. Mientras tanto, los vecinos siguen asegurando que los zorzales adelantaron su canto y quejándose de que se les complica más dormir.
“En general, cuando empezamos a percibir un fenómeno, este ya viene ocurriendo hace un tiempo. Probablemente haya un cambio de hábito en los zorzales, algo que haga que empiecen a cantar más tiempo en horas sin luz solar”, agrega Barros.
Los zorzales no son los únicos adelantados. Rubén Ravera, director de la reserva natural del Museo Hudson, conoce gallinas tempraneras. “Las aves tienen ritmos circadianos en función de la luz que perciben. Eso se observa en la cría de gallinas, que están en lugares con luz permanente: no duermen nunca, comen permanentemente y engordan más rápido, una crueldad tremenda”, resalta.
El especialista cree que esto puede extrapolarse a otras aves, como los zorzales, que “son más sensibles”. “Desde que los observo y camino tarde por la ciudad, detecté que cantan cada vez más de noche. Nada de lo que innovamos tecnológicamente es gratuito para la naturaleza”, señala.
Los zorzales están distribuidos por toda la Ciudad de Buenos Aires, como ilustran los mapas de ecoregistros.com, la mayor base de datos de aves de la Argentina. Aunque puedan verse en mayor medida en la Reserva Ecológica Costanera Sur, el Jardín Botánico o el Ecoparque, se sienten cómodos en entornos urbanos en general, porque allí encuentran alimento y refugio.
No es sólo Buenos Aires
Los cambios en los tiempos del canto se registran en otros países. “Un estudio publicado en 2007 por la Royal Society muestra cómo el zorzal europeo le ha ido escapando a los ruidos urbanos corriendo los horarios en los que canta”, menciona el físico Gabriel Mindlin, que se dedica a estudiar los mecanismos físicos que subyacen a la producción de canciones en pájaros.
Siete años después de aquel estudio, investigadores alemanes examinaron los efectos de la iluminación nocturna artificial y del ruido del tránsito diurno sobre la hora a la que cantan las aves en el sur de Alemania. Conclusión: es el alumbrado y no el ruido lo que adelanta ese horario en cinco de las seis especies analizadas, entre ellas el zorzal y el petirrojo.
“Este efecto fue más fuerte a intensidades de luz más altas”, destacó el estudio, publicado en 2014 en la revista académica Behavioral Ecology de la Universidad de Oxford. Tiempo después se hicieron investigaciones similares en los Estados Unidos, China, Austria e Inglaterra.
En el ámbito local aún no hay estudios de esas características. La bióloga Milena de Benito, del área de Conservación de la Reserva Ecológica Costanera Sur, cree que esta falta es una oportunidad.
“Estaría bueno estudiar esta cuestión -se entusiasma-. Podría observarse el comportamiento de los zorzales frente al alumbrado público LED de la Ciudad, y contrastarlo con el de los de la reserva, donde no hay ese tipo de luces”. Mientras tanto, el tema sigue siendo centro de debates mate o asado mediante. Y, también, de quejas de vecinos a los que se les hizo tarde para ir a dormir y el zorzal, lejos de deleitarlos, los desvela.