Pablo Esser, ex titular de Sportivo Belgrano, recibió una condena de cuatro años como partícipe secundario del comercio agravado de estupefacientes y lavado de activos en consonancia con un grupo narco manejado por el jefe de la barra del club, Braian Requena
No había pasado jamás. Y si bien no fue en un equipo de Primera donde en varios de ellos las relaciones espurias también están a la orden del día, por primera vez un presidente de un club terminó preso y condenado por la Justicia por sus relaciones con la barra brava. Y no cualquier tipo de relación. Acá no se trata de reventa de entradas, de porcentaje de pases de jugadores, de negocios a la espalda de los socios ni nada de eso. A Pablo Esser, el ex presidente de Sportivo Belgrano de Córdoba, que supo jugar la Primera Nacional y hoy está en el torneo Federal, el Tribunal Oral 1 de Córdoba lo condenó a cuatro años de prisión por encontrarlo partícipe secundario del comercio agravado de estupefacientes y lavado de activos en consonancia con un grupo narco manejado por el jefe de la barra del club, Braian Requena, a quién le impusieron ocho años de prisión. Sí, algo nunca visto en la Argentina.
La causa se había iniciado en 2018, cuando el fiscal Luis María Viaut empezó a investigar una asociación ilícita de la que participaba la cúpula de la barra para proveer droga en toda la zona este de la provincia de Córdoba y el oeste santafesino con más de una decena de bunkers distribuidos estratégicamente, y con lazos con los grandes grupos narcos de Rosario, con la sombra de Los Monos omniprescente. Lo inusual para Viaut fue que mientras iba cercando al capobarra empezó a encontrar pruebas de que el financista por detrás de la operación era o estaba vinculado directamente al presidente del club, Pablo Esser. Y determinó que cada diez días el jefe de la tribuna de Sportivo Belgrano partía con un bolso lleno de dólares hacia Iberlucea, en las afueras de Rosario, para comprar cuatro kilos de cocaína que después se estiraban en un laboratorio clandestino en San Francisco y después se distribuían en los bunkers que manejaba el resto de los barras del club.
“La dinámica que nosotros observamos fue que Esser (propietario de una financiera) aportaba el financiamiento, Requena hacía el cambio de dólares por droga y el resto de la barra se encargaba de la logística del narcomenudeo”, le contó en su momento Viaut a Infobae. Y el Tribunal Oral dio por válida toda la investigación y condenó a ambos y a otras 10 personas vinculadas a la barra a penas de entre tres y siete años de prisión.
El proceso también mostró cosas insólitas. Por ejemplo, las inversiones de Requena a partir del dinero producido. Desde que agarró la jefatura de la barra y todos sus negocios circundantes, pasó de vivir en una propiedad prestada a comprarse, según la investigación, siete casas que puso a nombre de testaferros, una de ellas de dos pisos con una pileta de dimensiones muy importantes y jacuzzi al aire libre, y un campo con muchos caballos, algunos de pedigree que para cotizarlos la Justicia debió pedir ayuda al Jockey Club local. Y no se movía justamente en bicicleta: le fueron secuestrados una camioneta y un automóvil de altísima gama y varias motos de gran cilindrada. Y estamos hablando de un jefe de una barra de un equipo que milita en la tercera categoría. A veces estos ejemplos valen para dimensionar el negocio que realizan los barras de los clubes más grandes de la Argentina.
En el caso de Esser, la condena terminó con el prestigio que alguna vez tuvo en la zona, ya que fue ex futbolista del club y hasta salió campeón de la Liga Cordobesa con la institución, a la que presidió en dos oportunidades, de 2003 hasta 2007 y desde 2019 hasta que se conoció el proceso en 2020 y fue apartado por el club. El ex titular de Sportivo Belgrano tiene ahora otro récord: ser el primer presidente preso y condenado por una asociación delictiva con la barra. Hasta ahora como antecedente estaba el proceso que se llevó adelante a fines de los 90 al ex presidente de Estudiantes de La Plata, Daniel de la Fuente, acusado de bancar a los violentos del club, en el que quedó finalmente sobreseído (le habían pedido un año de prisión) mientras un barra, Cristian Albornoz, fue condenado a seis años de cárcel.
Más cercano en el tiempo están la causa por administración fraudulenta que une a la dirigencia de River encabezada en su momento por Daniel Passarella con Los Borrachos del Tablón, aún tramitando en Tribunales, y la de la barra brava de Independiente con los directivos del club, donde están elevados a juicio entre otros el barra Pablo Bebote Alvarez y el secretario de la institución, Héctor Yoyo Maldonado, mientras espera resolución sobre su situación el vicepresidente, Pablo Moyano. Pero nunca se había dado que caigan presos y sean condenados al mismo tiempo toda una barra y el presidente de un club, como ocurrió ahora.