Lo asegura un estudio realizado por científicos chinos. Identificaron una homogeneización biótica en las aves y ahora las distintas especies son cada vez más similares
La presencia del hombre generó, y aún lo hace, modificaciones en todos los ecosistema donde está presente. Un reciente estudio realizado por científicos chinos logró determinar que las actividades humanas provocan cambios en las aves tropicales. Según señalaron, identificaron modificaciones en su dieta y su forma. Es decir que no solo comen lo mismo, sino que su cuerpo comenzó a adaptarse y parecerse, con lo cual las distintas especies comenzaron a tomar rasgos similares.
Un equipo de científicos de la Universidad Xi’an Jiaotong-Liverpool, la Universidad Normal del Sur de China y la Academia de Ciencias Agrícolas de Guangdong, evaluó el clima de la Hainan, una isla que pertenece a China y es considerada como el punto más austral de dicho país. Además, los investigadores analizaron la tierra y los cambios económicos que sufrió esta región en dos momentos distintos, separados por 15 años. De esta manera, los expertos buscaron entender cuál había sido el impacto de la urbanización, el crecimiento de la población y la conservación de la biodiversidad.
Según la investigación publicada en la revista Conservation Biology, esta isla, que cuenta con más de 400 especies de aves, sufrió cambios veloces en su desarrollo económico en los últimos 20 años y que, pese a los esfuerzos por conservar la biodiversidad, se evidenciaron modificaciones en estos animales. Incluso, los expertos advierten que aún se desconoce el alcance de este comportamiento.
De este modo, la actividad humana provocó una “homogeneización biótica en las aves, con comunidades y especies cada vez más similares”. Es decir que, en la actualidad, estas especies no solo comparten la dieta, sino que comenzaron a mostrar similitudes en la forma de su cuerpo. Asimismo, señalaron que la actividad humana puede provocar un aumento de la población de aves más “resistentes” a los humanos, en detrimento de aquellas menos tolerantes.
“Encontramos que la legislación ambiental evitó los efectos negativos extremos sobre la biodiversidad. Sin embargo, también registramos una similitud cada vez mayor entre las comunidades alrededor de la isla y los efectos complejos de las actividades humanas sobre la biodiversidad”, aseguró el doctor Emilio Pagani-Núñez, primer autor del estudio. Quien resaltó, además, que las normas impuestas para proteger el ecosistema de la isla fueron más complejas de lo que se había estimado.
Asimismo, el experto destacó que, con esta investigación, lograron demostrar que “hay esperanza para la biodiversidad, y que el crecimiento económico y una mejor conservación de la biodiversidad son posibles”; aunque aclaró que “se pagará un precio y es nuestro deber prevenir tales efectos negativos mediante el desarrollo de políticas específicas sobre ecosistemas especialmente diversos o sensibles y comunidades”.
“La pérdida de biodiversidad y la homogeneización biótica son tendencias generalizadas en el Antropoceno”, resaltó Pagani-Núñez. Al tiempo que aseguró que “estamos presenciando la sexta extinción masiva, lo que significa una simplificación de las comunidades naturales solo comparable a eventos traumáticos anteriores que redujeron considerablemente la biodiversidad mundial. Si estos efectos negativos de las actividades humanas no disminuyen, es muy probable que las comunidades naturales no tengan la oportunidad de recuperarse”.
Es por este motivo, que el científico aseguró que “los gobiernos y las empresas deben invertir más en la conservación de la biodiversidad e integrar la conservación de la biodiversidad en los planes de desarrollo económico para crear paisajes tanto para la biodiversidad como para las personas”.
Vale destacar que los expertos aseguraron que la “protección ambiental en áreas urbanas influye positivamente en la biodiversidad”, pero advirtieron que, pese a realizar esfuerzos similares, en las zonas rurales, donde se encuentra un mayor número de diversidad, los resultados muestran una menor biodiversidad. Mientras que en las regiones urbanas, “no se genera una pérdida neta significativa de biodiversidad”.