En la cuarta audiencia se habló del día en que hallaron asesinada a la mujer de 51 años. Quién descubrió el cuerpo.
“Nori, esta noche está reservado para ir a comer al Alvear. Llamame para confirmar. Que no decaiga. Polly“, decía la carta que encontró Pablo Radaelli, de 72 años, apenas ingresó a la casa de Nora Dalmasso (51), el domingo 26 de noviembre de 2006, cerca de las 18.
Radaelli estaba allí por pedido de la madre de Nora, quien lo había llamado a su celular para entrar a la casa y certificar que la mujer estuviese allí, ya que hacía cerca de 48 horas que no atendía el teléfono. El hombre vivía en la propiedad lindera, sobre la calle 5 del country Villa Golf Club, en Río Cuarto, Córdoba.
Ahora son las tres de la tarde del cuarto día de audiencias por el crimen de “Norita” y Marcelo Brito, abogado del viudo Marcelo Macarrón (62), único acusado como instigador del asesinato, camina por la sala con la misma nota. Se la muestra a los ocho jurados titulares y a los dieciséis suplentes, y le pide a la secretaria del Tribunal que lea la declaración testimonial que dio Radaelli el mismo día del crimen.
La razón es que este hombre hoy tiene 88 años y padece Alzheimer. La junta médica sugirió que citarlo a declarar podía ser perjudicial para su patología de base.
La secretaria lee en voz alta. Cuenta que el vecino gritó “¡Nora!“, “¡Nora!” y se preocupó. Nadie respondía. Aunque la situación parecía normal: el ambiente se veía ordenado, impecable. Hizo palmas y, como seguía sin escuchar señales de Nora, decidió subir por las escaleras a la planta alta de la casa.
Radaelli llegó a la habitación de María Valentina, la hija de la pareja, de 16 años, que se encontraba por un intercambio estudiantil en Chicago, Estados Unidos. Abrió la puerta, prendió la luz y se topó con el horror: el cuerpo de Nora estaba sobre la cama de la chica.
En la parte superior del cadáver solo tenía el doble nudo de cinturón de lo que sería una bata de baño. Unas sábanas verdes tapaban su parte inferior. En ese mismo instante sintió el olor nauseabundo de la casa. También recordó moretones en el cuello y el mentón.
El hombre volvió a su casa y llamó a la seguridad del barrio. A los minutos llegó Santiago Gatica, un policía que hacía adicionales en el lugar. Radaelli declaró que no se animó a llamar a la madre de Nora. Prefirió comunicarse con “Cholo”, el padre de Macarrón.
Los policías
El primer empleado de seguridad en llegar a la escena del crimen volvió a declarar en la mañana de este jueves. Como dice ser católico, jura decir la verdad.
“Entré creyendo que se trataba de un accidente, de una urgencia. Me encontré con un cuerpo boca arriba, sobre una cama y en una habitación ordenada. No parecía haber habido una lucha o una disputa. Estábamos conmovidos. Y decidí dar aviso a la Policía de Córdoba, a la comisaría con jurisdicción en la zona”, declaró Gatica ante el atril, de frente a los jueces y los jurados.
También habló de la nota firmada por “Polly” y agregó que la encontró sobre una mesa de vidrio “llena de huellas”.
La secretaria del Tribunal enumeró luego todos los objetos secuestrados en la escena del crimen, siempre a pedido de la defensa y el fiscal.
“Una remera verde sin mangas, un jeans, un cinto dorado, una malla bikini de dos piezas rosas, dos pulseras de plata y una cadena con un trébol de dije, dos fundas de celular, un teléfono Motorola, pelos y vellos púbicos, un monedero, una agenda, una billetera de cuero, un encendedor, un sobre cerrado, una bata blanca, dos diarios, ochocientos cincuenta pesos en efectivo, un cenicero con colillas de cigarrillo y pelos, siete anillos, un reloj Rolex de dama y un tarro de vaselina líquida”, detalló.
Entre lo secuestrado, que fue guardado en bolsas negras de consorcio, hubo otra frase escrita que se leyó en la audiencia. Sobre una pila de fotocopias que decía “Novena de San Antonio” en su primera página, alguien escribió: “Para que mejore nuestra relación“.
Además de las declaraciones de un testigo (cuñado de Dalmasso) y del primer empleado de seguridad y del primer policía (Sergio Liendo) que llegó a la escena del crimen, la audiencia de este jueves contó con una nueva declaración de Macarrón. Aunque muy corta, y específica. Pidió la palabra para describir cómo fue el momento en el que se enteró del ACV que sufrió su suegra, hace unos tres años.
“Me lo comunicaron por teléfono, una mañana en la que estaba haciendo una cirugía”, comenzó a especificar. Delia “Nené” Grassi habría sufrido un ACV cerca de las cuatro de la mañana, y fue descubierta por la empleada que la cuidaba, a las ocho de la mañana, cuando iniciaba su jornada laboral. “No habla, está paralizada“, dijo por teléfono.
Macarrón, traumatólogo, aseguró haberle encargado a su secretaria llamar a un neurocirujano. A la empleada de su suegra le sugirió llamar a una ambulancia y que fuera trasladada hasta el sanatorio en el que se encontraba trabajando. La recibió y la llevó a terapia. La entubaron, le dieron asistencia respiratoria, pero ya era tarde. Se trataba de un ACV hemorrágico, y había poco para hacer.
“Evolucionó bien, pero perdió el habla. Se comunica por señas”, aclaró.
Esta ampliación la hizo porque en las primeras audiencias el fiscal había dicho que “le faltaba el tesón de la mamá de la víctima, que era fundamental en la lucha por hacer justicia por Nora”, dando a entender que la mujer sospechaba de Macarrón.
Y hoy volvió a preguntarle por la manera de comunicarse de su ex suegra. “Le ofrecemos un café, nos dice que ‘sí‘ con la cabeza, pero se lo llevamos y lo tira”, fue la respuesta del viudo.
La próxima audiencia será el martes 22, con Juan Dalmasso, hermano de “Norita”, entre los testigos.
La jornada de este jueves estuvo marcada por un incidente llamativo: un jurado suplente fue expulsado porque fue visto cuando le entregaba un papel al hijo de la víctima y del acusado, Facundo Macarrón, el día anterior. “Lo hice por pedido de un amigo en común”, intentó explicar el joven.