Ex monarca de los súper gallos, tenía 65 años y estaba internado en el Hospital Interzonal de Mar del Plata. Se había contagiado de coronavirus cuando se recuperaba de un ACV y peleaba contra el Parkinson.
El excampeón mundial Sergio Víctor Palma murió este lunes en la ciudad de Mar del Plata, donde estaba internado desde hacía una semana tras haber contraído coronavirus. El exboxeador chaqueño, de 65 años, había sido derivado desde Villa Gesell al Hospital Interzonal marplatense.
Palma venía siendo tratado, desde hace un largo tiempo, por un accidente cerebro vascular que sufrió en 2004, y que mermó sus movimientos y lo obligó primero a ayudarse con un bastón y más tarde a moverse en una silla de ruedas. También se le había diagnosticado la enfermedad de Parkinson.
“Creo que morir es el final de una etapa de la vida. La cosa sigue en otro lado; no sé cómo es, pero después te cuento”, le había dicho Palma a Clarín en una entrevista publicada el 4 de mayo de 2008, bastón en mano y convencido de que volvería ganar la pelea que desde hacía cuatro años llevaba adelante contra ese maldito ACV.
Nacido el 1° enero de 1956, había debutado profesionalmente con 20 años recién cumplidos en una velada en Pergamino contra Ricardo Gómez. Fue triunfo por puntos. Un año más tarde, en octubre de 1977, se consagró campeón argentino supergallos al vencer también en las tarjetas y en el Luna Park a Arnoldo Agüero. Y siete meses después, en San Carlos de Bariloche, logró el cinturón sudamericano de la categorías con otra victoria por puntos, esta vez ante Hugo Melgarejo.
Ese fue el sendero que llevó al chaqueño a alcanzar la gloria a nivel boxístico en agosto de 1980, cuando superó por nocaut al estadounidense Leo Randolph en el Coliseo de Spokane y se adjudicó el título mundial de los súper gallos versión Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Fue el primer argentino en ganarse el cinturón sobre un ring en la tierra del Tío Sam.
Sergio Víctor Palma, en acción.
“Me levantaron la mano consagrándome campeón mundial y sentí una paz enorme. Me di cuenta de que no había cambiado nada y que no había llegado a ningún lado”, reflexionó tiempo después este hombre que llegó a ser el máximo ídolo del boxeo argentino en la primera mitad de los años 80, cuando ya se había apagado la carrera del enorme Carlos Monzón.
Palma defendió la corona en forma exitosa en cinco ocasiones y la perdió finalmente en junio de 1982, cuando cayó en Miami (EE.UU.) ante el dominicano Leonardo Cruz, por puntos, en fallo unánime. El crédito de La Tigra, Chaco, ya había vencido a Cruz en su segunda defensa en el Luna Park.
El chaqueño intentó un regreso a los cuadriláteros, luego de haber anunciado su retiro de la actividad a mediados de los ’80, y concretó su última pelea en agosto de 1990, cuando derrotó a Juan Domingo Nogueira.Al cabo de su carrera como profesional, Palma desarrolló 62 peleas, con 52 victorias (20 por la vía rápida), 5 derrotas y 5 empates.
Sergio Víctor Palma, cuando volvió a la Argentina tras coronarse campeón del mundo.
Una vez retirado, Palma incursionó en el periodismo, en el canto y también en la literatura. Era una referencia obligada para entender la psicología de los boxeadores y su lucha continua entre los fantasmas de la marginalidad y el desquicio al que puede llevar el éxito. Sin embargo, aquel ACV que irrumpió en su vida en 2004 comenzó a truncarle los sueños y le dejó una marca. Y lo transformó en un sobreviviente.
“Recuerdo todo. Me gusta escribir y el tintero de una persona a la que le gusta escribir son sus propias vivencias. Soy el ombligo del mundo para mí. Y me tocó una vivencia extrema. Los tres primeros días tras el infarto cerebral se esperaba que amaneciera mi cadáver y pude experimentar con deudos o la gente que está entorno a casi un cadáver, sin reprocharle a nadie. Estuve esperando mi muerte en esos días”, rememoró en aquella misma entrevista de 2008.
Para entonces consideraba al boxeo como “un contenedor de valores”. “Homero, autor de La Ilíada y La Odisea, es el primer periodista que lo registra en la historia y dejó escrito épicos combates en los que exalta valores humanos imprescindibles para la conformación de comunidades. Eso es el boxeo, un contenedor de valores. ¿Qué valores me dejó a mí? Experimentar en la vida en muchas ocasiones. Vivir, crecer y aprender a veces duele”, reflexionó.
Palma, mientras trataba de salir de las secuelas del ACV y antes de que el Parkinson lo atacara, tenía dos grandes sueños: escribir un manual del deporte en el que brilló y constituir un sindicato que agrupe a los boxeadores. “Creo que es algo posible y necesario. Quiero dejar algo. No tengo vocación de vivir eternamente. Creo que falta mucho por recorrer de la vida y el recorrido de Sergito ya está siendo un poco latoso. Si puedo hacer algo por mis amigos boxeadores, lo haré con gusto y luego me iré tranquilo”, se ilusionaba.
La historia del cinturón perdido
Tapa de las revistas deportivas, Palma se convirtió en una celebridad luego del triunfo ante Leo Randolph en Spokane que lo transformó en campeón del mundo de la AMB en agosto de 1980. Y un día tras una entrevista se olvidó el cinturón de campeón que había llevado para mostrar ante las cámaras. Y algún amigo de lo ajeno se lo quedó. Sin embargo, el destino le tenía preparado una revancha allá por 2008.
“Un día me lustro los zapatos abajo del Obelisco y un señor (se llamaba Héctor y lo acompañó en el momento de la entrevista), que estaba sentado al lado me pregunta si yo había perdido un cinturón de campeón mundial”, rememoró y así fue cómo comenzó el rencuentro. El hombre había trabajado en Canal 9 y en una mudanza encontró un estuche que tenía el nombre de Palma. Automáticamente me lo quedé para devolvérselo. Fue una historia de desencuentros hasta aquella casualidad en el túnel subterráneo de la avenida 9 de Julio. Ese mismo día, Palma recuperó 28 años después el cinturón de campeón.