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Mientras cumple prisión perpetua, Alan Schlenker, ex líder de la barra de River, sacó el vino de Los Borrachos del Tablón

Desde el temible penal de Rawson, lanzó la primera partida de 6.500 botellas en sociedad con su madre y su esposa. Además, registró la marca con fines multipropósito y el dominio de Internet

En 1977, Rubén Coppola, alias Matute, tomó el control de la barra brava de River Plate. Y en un acto fundacional en la plaza Campaña del Desierto, hoy llamada Armenia, bautizó al grupo como se conocería mundialmente a partir de ahí: Los Borrachos del Tablón. Pues bien, un cuarto de siglo después ese apodo que nacía de una característica típica de los miembros de la barra se convirtió en marca: acaba de salir al mercado el vino Los Borrachos del Tablón. Y la empresa que lo produce lleva la guía de uno de los hombres más identificados con la tribuna Sívori del Monumental, que está purgando en el penal de Rawson prisión perpetua por el asesinato de un rival en la interna: Gonzalo Acro. Sí, se trata de Alan Schlenker, quien junto a su madre, Alejandra Belmartino, y su esposa, Patricia González Conde, sacó la primera bebida espirituosa de una barra brava que se tenga conocimiento en el mundo. Y dice que le va bien: la primera partida de 6500 botellas de un tinto malbec se venden a buen ritmo, por lo que supone que si todo va viento en popa habrá un plan de expansión con más unidades de ese producto y la suma de otro tinto de corte Premium.

La idea la venía gestando Schlenker desde tiempos inmemoriales. De hecho mientras dominaba la barra junto a Adrián Rousseau y Matías Goñi registraron la empresa Del Tablón SRL, con el logo de la damajuana y el número 14 (el domicilio legal era la casa de la abuela de Schlenker), pero la guerra interna se llevó puesta también aquella experiencia. Ya en la cárcel volvió sobre la idea que empezó a tomar forma real a mediados de este año. Primero su madre y su esposa registraron el 12 de agosto una empresa en Córdoba bajo el nombre Barrio Bajo Belgrano S.A. que en su objeto social se plantea como un negocio para todo rubro. Desde construcción de casas hasta obra pública, pasando por transporte de cargas, explotación rural, informática, organización de eventos, agencia de turismo, atención en salud, importación y exportación de bienes y servicios y claro, la actividad de la vinicultura. Con un capital inicial declarado de 95.700 pesos y el 90% del capital accionario en manos de la mujer de Alan, el segundo paso fue registrar las marcas y los dominios. Para eso contaban con varias ventajas. La primera, Belmartino registró en 2004 y nunca le fue disputada en el Instituto de Nacional de la Propiedad Intelectual las marcas Los Borrachos del Tablón (concedida por el estado el 23/5/2008) y Los Borrachos del Tablón 14 que la inscribió el 17 de mayo de este año y el expediente está en proceso de aprobación. Ambas marcas tienen la licencia de todo lo que se le ocurra a alguien que se pueda comercializar: desde ropa hasta tazas incluyendo los vinos. Y para darle la puntada final, la esposa de Alan también registró este año, el 5 de julio, los dominios de Internet Losborrachosdeltablon.com.ar y el mismo dominio pero sólo con .com. Por lo cual todo lo que identifica a la barra pasa a estar bajo la órbita de la familia Schlenker.

Teniendo ya la ingeniería armada, comenzaron a buscar el producto inicial para lanzar al mercado. Y fue, claro, el vino. “Se eligió este producto porque es el que más identifica a la hinchada desde sus orígenes. La idea era obtener un vino de calidad a precio popular y en lo sucesivo generar interacción con los hinchas a través de la web y las redes sociales, escuchar sus necesidades y ofrecer otros artículos y acciones solidarias para las personas que se sientan identificadas con la hinchada”, le dice Alan Schlenker a Infobae desde la cárcel.

¿Cómo se eligió la bodega y el vino? Lo cuenta Schlenker. “Hicimos una cata con muchas bodegas en un winebar de San Isidro a través de la persona que se encarga de todo esto, que se llama Horacio Quinteiro Cantini, un fanático de River. Y finalmente nos decantamos por la bodega Uco Wines porque nos ofrecía un buen producto y además tiene tres canales de exportación, uno muy importante en Los Ángeles, Estados Unidos, adonde también queremos llevar la marca de Los Borrachos”. La bodega no parece tener problema en que su nombre quede asociada al de una barra brava. De hecho comenzó a promocionar en redes este blend de malbec que tiene guarda en barricas de cemento de seis meses, por lo que es un vino joven. El precio de mercado es de 1.500 pesos aunque en promoción en la página de los Borrachos se vende a 1.150. “Lo lanzamos el lunes y estamos teniendo muy buena respuesta no sólo en Buenos Aires sino en muchas provincias, como La Pampa, Misiones y Río Negro entre otras plazas del interior. Mi sueño es que todo aquel que quiera pueda brindar por River con una copa del vino Los Borrachos del Tablón”, dice Schlenker.

-¿No te puede generar un problema con los actuales jefes de la barra? Porque te apropiaste de la marca, sacaste un vino y tenés los derechos sobre cualquier producto.

-No. Primero porque lo que hago es un espacio para los fanáticos de River, no para la barra. Segundo, porque si vos le preguntás a los hinchas, yo soy el único que tiene credibilidad y legitimidad en ese espacio. La gente sabe que estoy condenado injustamente por enfrentarme a la mafia de la dirigencia que gobernaba el club en aquel momento. Por algo me siguen y me creen. ¿Caverna, Adrián, Martín de Ramos, el Pato Ariel? Ninguno de ellos tiene mi reconocimiento, ninguno. Yo soy de la vieja escuela, de Luisito el Diariero (NdR: jefe en los 90), que se levantaba a laburar a las cinco de la mañana y ponía el pecho por River, no soy de los que se enriquecieron con el club. Y ahora estoy en el fondo del mar por eso. Me condenaron a vivir para siempre en la cárcel. Espero que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos trate mi caso que ya está aceptado y en etapa de fondo. Voy a demostrar que vulneraron todo mi derecho a defensa. Y mientras tanto sigo produciendo, pensando, mientras vivo en la peor cárcel del país. ¿Por qué iría a tener problemas? Además, estoy vendiendo el vino prácticamente al costo, mi objetivo no es hacer plata sino acciones solidarias con lo que se recaude. ¿Si probé el vino? No. Estoy en la cárcel, no se puede. Mientras los que se robaron el club están afuera, yo estoy pudriéndome acá. Pero ninguno de ellos tiene algo que es sólo mío: el reconocimiento de la gente.

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