El oficial de la Policía de la Ciudad Arshak Karhanyan (28) fue visto por última vez en la puerta de su casa. Su familia fue recibida por Alberto Fernández y hay una recompensa de 5 millones de pesos.
Vardush Davtyan (59) dice que durante meses se la pasó mirando hacia atrás, mientras caminaba a su trabajo o hacía las compras. Creía que su hijo, Arshak Karhanyan (29), agente de la Policía de la Ciudad que se encuentra desaparecido desde el 24 de febrero de 2019, podía estar siguiéndole los pasos.
“En un viaje a Estados Unidos casi me descompuse. Yo estaba en el avión y me quedé sin aire por creer que mi hijo podía estar llegando a mi casa”, recuerda. Algunas noches, se despierta y sale al balcón de su casa. Si ve sombras de personas con una fisonomía como la de Arshak, cree que puede ser él. Que a lo mejor se acercó a mirar la fachada de su casa, pero que no se anima a entrar. Lo mismo le pasa cuando cruza a personas en situación de calle. Necesita acercarse y chequear de que no sean Arshak.
“Ya casi perdí”, cuenta resignada. “Por ahí la ilusión me dura un segundo. Por un segundo pienso que puede regresar, pero prefiero no pensar. Porque después no viene y me pongo peor. Necesito saber qué pasó con él. Una de las últimas cosas que me contó es que un jefe le había pedido que mintiera con unos discos que contenían información sobre el caso Nisman. Quiero que al menos alguien me envíe una carta de puño y letra contándome la verdad. No hace falta que la firmen”, le dice a Clarín.
Hoy se cumplen tres años de su desaparición. Habrá un acto en la esquina de Paysandú y Rivadavia, desde las 16 horas, para exigir su aparición con vida y que la investigación continúe. Vardush fue recibido por Alberto Fernández en agosto, y la Ministra Sabina Frederic anunció una recompensa de 5 millones de pesos por información sobre su paradero.
La familia exige que el caso se trate como una “desaparición forzada”, que la causa pase al fuero federal y que la Policía de la Ciudad sea reemplazada y sea otra la Fuerza que investigue el caso. Juan Kassargian, abogado de la familia, explicó en la última manifestación, frente a los Tribunales de Talcahuano: “La justicia tardó siete meses en admitirnos. No hubo una sola indagatoria. Hay muchas otras cosas que no entendemos, como las imágenes de las cámaras borradas, las pruebas del celular de Arshak entregado a la División Cibercrimen y las contradicciones de los policías”.
Armenia, Bulgaria, Buenos Aires
Los Karhanyan aterrizaron en Buenos Aires en 1997. Venían de pasar cuatro años en Bulgaria, y los cuatro integrantes (Arshak, su hermano Tigran, Vardush y su marido y padre de sus hijos) de la familia habían nacido en Armenia. Se instalaron en Palermo. Arshak tenía la edad de primer grado.
A sus dieciocho, mientras estudiaba Ingeniería en sistemas, el marido de Vardush (un retirado de las Fuerzas) le comentó: “en la Policía de la Ciudad está faltando gente. Podrías hacer el curso y trabajar”. Su mamá se negó. “Tiene que terminar la facultad. En la Policía, no”, le pidió a Vardush a su pareja. Entre dos y tres años después, Arshak se inscribió en la Policía de la Ciudad sin avisarle nada a su mamá. Le contó ni bien se enteró que había ingresado. Fue en marzo de 2015. Su primer destino fue Cibercrimen.
“A veces me enojo mucho con mi marido. Me preocupaba su trabajo. No quería que le tocara custodio las calles. Encima, al año de pertenecer a la Policía abandonó la facultad. Pero bueno, mi hijo ya era grande y decidió solo”, recuerda la mujer, que trabaja como peluquera, oficio que aprendió en Armenia.
Otro recuerdo que tiene es de una visita de Arshak a su casa de Flores. Llegó cerca de las 20, la saludó, saludó a su padrastro y en lugar de sentarse a mirar televisión, cambió su rutina. Regresó a la cocina. Se apoyó sobre la ventana, como si necesitaría hablar de algo. el instinto de mamá de Vardush la llevó a preguntarle si necesitaba algo. “¿Qué te pasa?”, fue la consulta. “Tengo un problema en mi trabajo. No sé qué hacer”, fue su planteo, preocupado.
Decía que un jefe le había dado la orden de informar que había recibido un disco menos de los que debían analizar. “Por lo que me dijo eran de la investigación del caso Nisman. Le recomendé poner lo que decía su jefe, pero me dijo que si lo hacía y el Juez lo descubría podía terminar preso“, recuerda. Finalmente, desobedeció a su jefe e informó el total de las discotecas. “Desde ese día lo trasladaron por varios destacados. Calculo que como cinco en un año”, agrega la mujer, en el living de su casa. Su último destino fue la Comisaría 7B, de Caballito.
Meses después, Arshak recibió la visita de Leonel Herba, otro policía de la Ciudad. Se encontraron en la puerta del edificio en el que vivía el armenio, sobre la avenida Directorio al 900, en Caballito. No sabían que una cámara de seguridad estaba registrando los cerca de treinta minutos que interrumpieron la conversación.
Luego de la despedida, Arshak subió a su vivienda, se cambió la ropa y salió a los pocos minutos. Había dejado sus celulares (se cree que a propósito, para que su ubicación no sea rastreada) en su casa. Sus últimos movimientos registrados fueron el retiro de 2.000 pesos de un cajero y una visita al Easy de Paysandú y Rivadavia, donde compró una pala. Desde ese día, su vida es un misterio.
Una de las escuchas de la investigación compromete a Herba. En ella, Jazmín Soto, su pareja, le recrimina: “Vos seguí con el teléfono, seguí hueveando, seguí, seguí eh, haciendo no sé, desaparecer gente (…) El que está acá en orsai porque desapareció una persona y sos el principal sospechoso. A mí la justicia no me tiene del forro del culo, yo no estoy a punto de perder el trabajo, yo no le cagué la vida a nadie como vos hiciste y no le cago la vida a nadie (…) Hasta te cubrí con la fiscalía y omití un montón de cosas que sabía para no seguir ensuciándote ni embarrándote…”.
Herba omitió haber estado con Arshak. Luego de que le mostraran la imagen de la cámara que los registró, aseguró que habían hablado “de un plan de cuotas de un auto”. Meses atrás habían trabajado juntos en la División Exposiciones. Se conocían bien: también habían coincidido en el curso de ingreso. Los datos fueron reunidos por el fiscal Santiago Vismara. Durante la primera etapa de la investigación una junta de peritos expertos en informática de distintas fuerzas de seguridad confirmó que los peritos asignados al caso borraron al menos una parte del contenido de los teléfonos de Arshak.
Según pudo saber Clarín, Herba continúa trabajando como policía de la Ciudad. Se le inició un sumario interno en la oficina de transparencia, pero no está procesado. “En la causa figura como testigo”, aclaran fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad. Y aseguran: “Desde el Ministerio colaboramos en la búsqueda del efectivo policial desde el primer día, con todo el despliegue del Sistema Integral de Seguridad y el aporte de la tecnología. Desde el inicio cooperamos con la Justicia para poder encontrarlo”.
“En estos tres años ningún compañero de mi hijo se acercó a decirme lo que sabían. Si no cuidaron a un compañero, ¿cómo van a cuidar a la comunidad? Cuando me acerqué a la comisaría su jefe me dijo que no sabía quién era mi hijo, que no lo conocía. Otra queja que tengo es que hasta agosto la recompensa era de 500 mil pesos. Era poca plata. Deberían haber sido 5 millones desde el comienzo. Además, quiero que cambie el juez (Alberto Baños). Sigo sin una sola novedad de la investigación“, concluye Vardush, con fotos de su hijo de fondo. Como si la estuviese mirando.