El programa Precios Justos ya reúne más de 40.000 productos que deben mantener sus precios o ajustarlos a un ritmo máximo del 4%. El peligro es que se genere una olla a presión que termine explotando. La expectativa es mantener este sendero a la baja
Contra todos los pronósticos, Sergio Massa consiguió que después de diez meses el índice de inflación cierre abajo del 5%. El 4,9% puede no es precisamente un éxito, pero al menos en apariencia rompió la inercia inflacionaria que parecía imposible de cortar. “Es un número alentador pero que no nos conforma”, aseguró el ministro de Economía.
Luego de muchos meses de inflación arriba de 6% e incluso dos meses al 7% ó más, el dato de noviembre resulta significativo. No se trata de una medición fallida o manipulada del INDEC. Lo que hay detrás es una política de congelamiento -o administración- de precios que arrojó sus primeros resultados positivos. La incógnita es por cuánto tiempo es posible mantener precios sin variaciones o en algunos casos con un sendero de ajuste decreciente a lo largo de los próximos meses.
Tras anunciarse un convenio con los laboratorios para sumar a los medicamentos a Precios Justos, desde Economía dejaron trascender que ya hay más de 40.000 productos en el programa. Muchos de ellos tienen garantía de mantenerse sin cambios por 120 días, mientras que otros pueden ajustarse hasta un 4% por mes.
Estos acuerdos “voluntarios” de precios lograron ponerle un freno a las remarcaciones, que se venían acelerando mes a mes en casi todos los rubros. Las negociaciones encaradas por Massa con distintos sectores lograron poner paños fríos, al menos por algún tiempo. La gran incógnita es si este tipo de congelamientos mantendrá el sendero de desaceleración de precios a lo largo de los meses. O, por el contrario, todo terminará en una gran olla a presión que podría explotar en cualquier momento.
Massa convenció al FMI que no se trata solo de congelar precios, sino que va todo acompañado de políticas económicas consistentes. Por ejemplo, a través de una reducción del déficit fiscal o con la acumulación de reservas netas por parte del Banco Central.
Además, la base monetaria está creciendo casi a mitad de velocidad que la inflación. La contracara es el enorme esfuerzo del BCRA para absorber pesos e impedir que aumente la presión cambiaria. Los pasivos monetarios del Central están creciendo de manera exponencial y solo en noviembre lo hicieron a un ritmo de casi 10%. El volumen ya está cerca de los 10 billones de pesos, que devengan una tasa del 75% nominal anual.
Un aspecto alentador del último dato de inflación es que por primera vez en mucho tiempo el rubro que menos aumentó fue el de alimentos y bebidas, apenas un 3,5%. Aquí es donde más se notó el efecto de Precios Justos, concentrado en una primera etapa en alimentos y bebidas. Claro que ya en los últimos días se sumaron indumentaria, calzado, electrodomésticos, celulares y medicamentos.
La expectativa del equipo económico es que la inflación se mantenga un par de meses debajo del 5% para luego mostrar una reducción adicional. De hecho, el propio Massa prometió que en abril el índice debería arrancar con un “3″ adelante. Los convenios de precios podrían ayudarlo, pero tanto diciembre como enero son meses complicados por la elevada estacionalidad. En el mejor de los casos, la apuesta seria acercarse a los valores de noviembre y luego sí pensar en un ajuste adicional a partir de febrero.
Claro que el punto más flojo de esta política pasa justamente por la acumulación millonaria de deuda en pesos por parte del Tesoro. A partir del segundo trimestre se esperan dificultades crecientes para renovar esos bonos, en un contexto de creciente incertidumbre electoral.
El supuesto “renunciamiento” de Cristina Kirchner podría paradójicamente allanarle el camino a Massa para transitar con algo más de tranquilidad los meses previos a las elecciones. Si se deja de lado el gran factor de enorme incertidumbre que podría generar una nueva candidatura de la actual vicepresidenta, el tránsito del año electoral podría resultar más suave de lo que la mayoría vaticina.