El rostro del rosarino se transformó cuando Pochettino ordenó su cambio. Algo que en Barcelona casi no sucedió en la última década.
“Aquí es París”. Una remera blanca con ese mensaje y una sonrisa después de tantas lágrimas fueron la postal del desembarco de Lionel Messi en Paris Saint-Germain. Fue la transferencia que sacudió el mercado de pases europeo luego de la traumática salida de la Pulga de Barcelona. Se esperaba que todo fuera color de rosas en este matrimonio entre el mejor futbolista de la actualidad y uno de los clubes más poderosos del planeta si se mide el tamaño de su billetera. Pero no. El equipo de Mauricio Pochettino todavía está en formación -algo lógico teniendo en cuenta el momento de la temporada- y Messi se transformó en una pieza difícil de encajar en este puzzle de súper estrellas.
La prueba quedó en evidencia este domingo en el Parque de los Príncipes. Fue el estreno para Leo en su nueva casa. Y no fue un estreno feliz, más allá de que la chapa final marca un triunfo agónico por 2-1, gracias al cabezazo salvador de Mauro Icardi, que le permite a PSG ser el único líder de la Ligue 1, con 18 puntos sobre 18 posibles y con cinco unidades de ventaja sobre Olympique de Marsella -que computa un partido menos por aquella suspensión luego de la salvaje batalla campal en Niza-.
No fue un estreno feliz en su nueva casa -ya había jugado en Reims por la Ligue 1 y en Brujas por la Champions League- porque Messi no pudo festejar un gol -tuvo tres situaciones claras, incluido un mano a mano que perdió con Anthony Lopes y un tiro libre que pegó en un ángulo- y porque se fue reemplazado a falta de 15 minutos para el final.
Sale Messi, entra Hakimi. Foto: EFE
Y esa salida, más allá del análisis de miradas y palabras cruzadas que suma bytes y más bytes de datos en las redes sociales y en los sitios web, así como centímetros y más centímetros en los diarios de papel, hace ruido porque no es normal. No es normal porque la creencia popular es que Messi nunca sale cada vez que entra como titular.
Y la percepción no es errónea.
Siempre adentro
Si se contabilizan todos los partidos que jugó en clubes desde 2010, Messi jugó 371 partidos por ligas locales y fue sustituido en apenas 18 ocasiones, de las cuales fueron 9 fueron por lesiones. Si hace una retrospectiva de toda su carrera, el rosarino jugó 554 partidos desde el minuto inicial y solo fue reemplazado en 54 oportunidades. No se puede decir que no sale nunca, pero…
En este 2021, por ejemplo, Messi sólo había sido reemplazado en una ocasión durante su última etapa en Barcelona. Fue en enero pasado cuando el DT neerlandés Ronald Koeman, que hoy sufre un bombardeo mediático y dirigencial. decidió sacarlo en el duelo ante Granada, que ya iba 4-0 a favor de los catalanes gracias al doblete de la Pulga.
Un contexto completamente diferente al del 1-1 parcial contra el Lyon y su salida para hacerle lugar al marroquí Achraf Hakimi, que es considerado el mejor lateral derecho del mundo, pero no dejada de ser un marcador lateral. Y que, con el resultado puesto, no cambió en nada la tónica del partido.
Contra Granada, el 9 de enero de 2021, Koeman sacó a Messi. Fue la única vez en este año. Foto: AP
“Tomamos la decisión de quitar a Leo Messi por una posible lesión en el futuro. Se acercan partidos importantes y hay que protegerlo. Son decisiones que tomamos por el equipo. Todo el mundo sabe que tenemos grandes jugadores, tenemos que tomar decisiones. A veces puede resultar atractivo. Le pregunté cómo estaba y me dijo: ‘Bien, no hay problema’. Eso es lo que nos dijimos el uno al otro. Todo el mundo sabe que es un gran jugador, pero tenemos cinco cambios y estamos para tomar decisiones”, explicó Pochettino, con cara de jugador de póker, al ser consultado por la prensa tras el partido.
¿Será esta una nueva normalidad para Messi? ¿Se tendrá que acostumbrar a rotar mucho más de lo que rotaba en Barcelona?
Está claro que debe compartir cartel con Neymar y Kylian Mbappé, quien también anda con cara larga luego de su frustrada salida hacia Real Madrid. También está claro que el argentino casi no tuvo pretemporada y que viene una situación súper conflictiva que le impide, por ahora, tener la puesta a punto ideal. Además, con viajes en el medio con la Selección, en donde juega todos los minutos.
Y no hay que olvidar que ya tiene 34 años. Y que no está mal dosificar energías.
Pochettino mira cómo Messi deja la cancha. Foto: AFP
Ese será el gran problema que tendrá Pochettino, además de lograr que el equipo tenga el funcionamiento acorde para ir con todo en la Champions League: hacer que todas sus figuras estén felices con los minutos que tienen.
Y el de Messi es un caso especial. Se trata de un animal súper competitivo, que quiere mostrar su vigencia, que era el patrón en Barcelona y que todavía no pudo mostrar su mejor versión en PSG. Ni siquiera pudo meter goles en los tres partidos que lleva disputados -con un poco menos de 200 minutos en cancha-.
Con su mentalidad de potrero, Messi entiende que nunca tiene que salir. De ahí la cara que se transformó en la postal del domingo. Sabe igual que el miércoles en Metz, por una nueva fecha de la Ligue 1, tendrá revancha.
Y Cristiano Ronaldo…
Entra Lingard, sale CR7. Foto: AFP
Un dato a favor del DT argentino. Pasó la semana pasada, durante la fecha inicial de la fase de grupo de la Champions. Ocurrió en Suiza en el minuto 26 del segundo tiempo. En ese momento del partido entre Young Boys y Manchester United, el DT de los ingleses, Ole Gunnar Solskjaer, decidió sacar a Cristiano Ronaldo. El partido iba también 1-1. Su lugar lo ocupó Jesse Lingard, héroe el domingo contra West Ham United, pero villano aquella noche cuando entregó la pelota para el gol del triunfo de los locales tras la apiolada de Jordan Siebatcheu.
Messi y Ronaldo son dos que no salen nunca. O mejor dicho, son dos que no salían nunca. A los 34 y a los 36 años, tal vez esta sea la nueva regla para los dos mejores futbolistas de las últimas dos décadas.