Dos semanas atrás la gestión de Alberto Fernández votó la suspensión de Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Lo mismo sucedió con Venezuela, a la que condenaron por violación de los DDHH, pero ahora quieren acercarse
El gobierno argentino volvió a caer en una contradicción en lo que respecta a la política exterior. Este jueves, durante la votación en la Organización de Estados Americanos sobre la suspensión de Rusia como observador permanente del organismo regional, la Argentina decidió abstenerse.
Fue dos semanas después de que el país votara la suspensión de Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, tras comprobar la masacre ejecutada por orden de Vladimir Putin contra la población civil de Bucha, una ciudad de Ucrania que donde el Ejército ruso arrasó.
Desde el Gobierno explicaron las razones de la abstención. “Van en línea con lo que viene postulando Argentina respecto a que nuestro país ya ha tomado posición en temas de paz y seguridad, y Derechos Humanos, en condena de la invasión y reiterando el fin del conflicto”, indicaron.
“Pero que, en foros como OEA, G20, y otros, no se advierte un objetivo de aportar a la solución del conflicto ni resolver la situación humanitaria con expulsiones”, resaltaron. Por último, agregaron: “Para la Argentina un dato no menor, es que el Reino Unido es observador en OEA también. Ocupa territorio argentino y es una potencia militar de la OTAN que despliega su poderío. Nadie lo sanciona por eso”.
Desde que Rusia invadió Ucrania el gobierno argentino dejó atrás la postura intermedia que tenía cuando la tensión entre ambos países escalaba, y decidió condenar con dureza el avance de Putin sobre el territorio ucraniano, y el uso de la fuerza armada.
Esa línea siguió el canciller Santiago Cafiero cada vez que le tocó hablar del tema. Lo mismo marcó el Presidente, que pasó de la visita a Putin en Moscú y a decir que Argentina debía ser la “puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica”, a cuestionar al presidente ruso por generar una guerra después del sufrimiento que había tenido por el impacto de la pandemia.
El Gobierno ha tenido contradicciones en la política exterior en varios momentos de la gestión. De votar en la ONU la violación de derechos humanos en Venezuela a pasar a decir que “el problema de los derechos humanos en Venezuela fue desapareciendo”.
La última intervención sobre el tema fue durante la visita del presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, a la Argentina. Allí expresó: “Pensamos que ha llegado el momento de hablar de Venezuela, que es un tema recurrente, y como primer paso la Argentina quiere volver a recuperar su vínculo diplomático pleno con Venezuela”.
“Es un paso que estamos dando nosotros y que en verdad convoco a todos los países de América Latina a que lo revisemos, porque Venezuela ha pasado un momento difícil”, comentó Fernández, lo que le valió que la oposición argentina lo cuestionara y Juan Guaidó lo tratara de negacionista de la dictadura de Nicolás Maduro.
Idas y vueltas que desconciertan a la comunidad internacional y que no terminan de generar una identidad clara sobre la política exterior. Se endurece y condena. Se abstiene y se modera. No hay una línea clara.
La oposición cuestionó al Gobierno por sus cambios respecto a Rusia. El secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad de Buenos Aires, Fernando Straface, un funcionario muy cercano a Horacio Rodríguez Larreta, aseguró que “es una evidente inconsistencia con la postura de hace dos semanas en ONU, que sólo se explica por las diferencias internas en la coalición gobernante sobre la orientación de la política exterior”.
“Mientras hace unas semanas el gobierno pedía la suspensión de Rusia del Consejo de DDHH de la ONU y acompañaba a la OEA pidiendo que cesen “actos que pueden constituir crímenes de guerra”, ahora se abstiene de que la suspendan como observador permanente en la misma organización”, agregó.