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La desconfianza llevó al riesgo país a un nuevo récord desde el cierre del canje de la deuda

Es el más alto desde agosto de 2020. El indicador que mide la banca JP Morgan empeoró más de 25% desde comienzos de año. Y encarece el crédito al país.

Los activos argentinos parecen ir a contramano: mientras la bolsa porteña anotó una suba de casi 5% este lunes y suma una ganancia de más de 70% en lo que va del año, los bonos en dólares volvieron a caer y el riesgo país trepó hasta los 1.722 puntos, un máximo que no veían desde el canje de deuda en septiembre del año pasado.

Con un mercado atento a las novedades por la negociación por la deuda con el Fondo Monetario Internacional y preocupado por el rumbo económico que tome el Gobierno una vez que pasen las elecciones del próximo domingo 14, los bonos en dólares volvieron a sumar una nueva rueda de rojos, que llegaron hasta 1,6% en la parte más larga de la curva.

Los precios de los títulos públicos que entraron al canje caen más de 14% desde que empezó el año, pero si se toma como medida de tiempo el acuerdo que firmó el ministro de Economía Martín Guzmán con los bonistas, en septiembre del año pasado, las caídas superan el 34%.

Hacia adelante, no parece haber incentivos para que la situación mejore: “Entramos en tiempo de descuento para las elecciones definitivas y la cautela prevalece dentro de la plaza local. El sentimiento negativo es generalizado con los ruidos en lo monetario, las tensiones cambiarias (brecha por encima del 100%) y un acuerdo con el FMI incierto”, explicaron analistas de PPI.

“Los bonos en dólares sufren las peores condiciones económicas y no sorprende la preferencia por títulos más defensivos. Los rojos de octubre se profundizaron en la parte corta de la curva a medida que los inversores se vuelcan hacia estrategias más defensivas“, sumaron.

En ese sentido, Diego Martínez Burzaco, de Inviu puntualizó que: “En las últimas semanas se dieron ciertas declaraciones de actores fundamentales del Gobierno, que en cierta medida conspiraron contra un acuerdo con el FMI, sabiendo que la Argentina está en una situación económica y financiera muy delicada y que lograr cerrar este tema es una condición necesaria pero no suficiente para revertir expectativas”.

El economista además sumó que la suba de las acciones de las últimas ruedas, que llevaron al S&P Merval a cerrar con un alza de 4,7% tienen que ver con un “trade electoral”, que está fogoneado también por la suba de las cotizaciones financieras “libres”, sobre todo del contado con liquidación que se hace mediante la compra de acciones argentinas que cotizan en Wall Street, que este lunes cerró al borde de los $215.

Esta divergencia entre bonos y acciones no es sostenible en el tiempo: los inversores ante la cercanía de las elecciones prefieren estar más cerca del sector privado que del público. Sin embargo, no es sostenible una suba de las acciones si el precio de los bonos continúa en baja y el riesgo pais sigue subiendo.

El indicador de la banca JP Morgan volvió este lunes a la zona de los 1.722 puntos, lo que implica un empeoramiento de más del 25% de las expectativas de los inversores desde comienzos de año. Se trata de su máximo valor desde septiembre de 2020: aunque días después del canje el optimismo del mercado había hecho que el indicador bajase hasta los 1.083 puntos, pero rapidamente, la falta de perspectivas comenzó a presionar.

“Los títulos de deuda continúan descontando un escenario negativo con pocas reservas netas, déficit fiscal creciente, incertidumbre en relación a las negociaciones con el FMI y la necesidad de  evitar un nuevo evento de deuda para 2024/2025“, apuntó Lucas Yatche, de Liebre Capital.

Aunque puede resultar lejano, este indicador se usa de referencia no sólo para que el país vuelva al mercado de deuda, sino para que las empresas locales consigan financiamiento internacional, algo que resulta clave en este contexto de crisis.

Paula Bujía, de Quinto Inversiones explicó: “Argentina está tan cerrada al mundo que una suba del riesgo país de un nivel de 1.500 puntos a 1.700, no cambia sustancialmente las posibilidades de acceso al mercado de las empresas, pero sí es el reflejo del empeoramiento de las variables macroeconómicas, como la inflación, la emisión monetaria, el aumento de la pobreza o el desempleo, que sí afectan la agenda de los empresarios y las familias”.

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