La Azzurra se impuso 3 a 0 con un doblete de Locatelli y un gol de Immobile y aseguró su clasificación a los octavos de final del torneo.
Pese a que el paquete de aspirantes a la corona es amplio y no la tiene en la primera fila, Italia se hace fuerte en su casa y se permite soñar en esta Eurocopa multisede. Con una dieta a base de goles y una monolítica de fensa, el conjunto dirigido por Roberto Mancini alimenta su esperanza. Por lo pronto, se convirtió en el primer clasificado a los octavos de final del torneo gracias a su victoria 3 a 0 sobre Suiza en el Olímpico de Roma.
Seis goles a favor y ninguno en contra en sus dos primeras presentaciones en la Euro. Diez encuentros con su valla imbatida y 29 sin derrotas desde aquel lejanísimo 1 a 0 contra Portugal en septiembre de 2018 por la fase de grupos de la Liga de las Naciones. Los números respaldan a esta Italia cuyo objetivo máximo es un título que solo pudo conseguir una vez, hace 53 años.
Los números no son obra de la casualidad, sino consecuencia de un equipo que funciona. Y que funciona con una propuesta bastante alejada del tradicional catenaccio. Esta Italia es un equipo sólido, pero también ambicioso, que cuenta con futbolistas que manejan muy bien la pelota y tienen como norte el arco rival. No es un conjunto brillante, pero sí muchísimo más seductor que las últimas versiones de la Azzurra. “Debemos disfrutar al hacer lo que hacíamos de niños y tenemos que alegrar a los tifosi”, había propuesto Mancini el martes, como una definición de principios.
Ciro Immobile disputa el balón con Manuel Akanji. (Foto: Andreas Solaro / AFP)
Sus hombres lo hicieron. Como en el debut con goleada ante Turquía, asumieron el rol protagónico en el duelo ante un adversario que, después de su empate ante Gales en Bakú en el estreno, necesitaba rescatar al menos un punto en su expedición a Roma para no complicar demasiado su tránsito hacia los octavos de final.
Con Manuel Locatelli como eje creativo y con Domenico Berardi y Lorenzo Insigne como factores de desequilibrio, flotando a la espalda de los mediocampistas visitantes, Italia hizo convivir con una sensación de peligro inminente a Suiza, que dependía en demasía de alguna aparición de Xherdan Shaqiri para soñar con complicarle la noche a Gianluigi Donnarumma.
Una galopada de Berardi por la derecha permitió que Locatelli apenas tuviera que acariciar el balón a la red con su botín derecho para adelantar a los 26 minutos del primer tiempo al conjunto de Mancini, que por entonces ya había hecho méritos para quebrar el cero. Después de ese grito, también sumó chances como para irse al descanso con una diferencia más holgada, pero falló en la última puntada.
En el arranque del complemento, Suiza, un conjunto prolijo pero muy poco agresivo, procuró plantarse un par de pasos más adelante en el campo. Sin embargo, antes de que pudiera intentar una reacción se encontró con un bombazo de Locatelli desde la medialuna que se clavó contra el palo izquierdo del arco defendido por Yann Sommer. Éxtasis para los 10.500 italianos presentes en el estadio, decepción para los 3.600 suizos y fin de cualquier duda respecto al desenlace del duelo.
Porque el elenco helvético, pese a los ingresos de Mario Gavranovic y Ruben Vargas para revitalizar su ataque, no puso jamás en riesgo la victoria de Italia, que convirtió su triunfo en goleada con un zapatazo de Ciro Immobile a dos minutos del desenlace.
Con estos tres puntos, la Azzurra ya selló su boleto a los octavos de final y el domingo procurará asegurarse el primer puesto de su zona. Para ello, le bastará con un empate ante Gales en el Olímpico. En cambio, Suiza deberá batir a Turquía en Bakú para que su continuidad en el certamen no sea una quimera.
