Las publicó “Paris Match”. Y tituló: “Aupetit perdido por amor”. Monseñor renunció días atrás por una relación con otra mujer.
El escándalo que derivó en la renuncia del arzobispo de París, Michel Aupetit, aceptada por el Papa debido a lo que aquel mismo llamó una “relación ambigua” con una mujer, se ha renovado inesperadamente con la entrada en escena de otra mujer.
El nuevo capítulo se abre mientras persiste el shock en Francia y el Vaticano por el caso y una declaración del Papa Francisco hace del lunes sobre los “pecados de la carne” que también conmovió los ambientes de la Curia Romana.
Se trata de Laetitia Calmeyn, una virgen consagrada y teóloga. El semanario “Paris Match” publicó una nota firmada por Cariline Pigozzi y un par de fotografías tomadas hace pocos días, después de la dimisión del arzobispo Aupetit. El título es un cañonazo: “Aupetit perdido por amor”.
En la primera foto se ve a monseñor y Laetitia caminando, en la segunda se los ve paseando por un bosque.
Otro semanario, Le Point, había hecho deflagrar el caso al publicar un email escrito por Aupetit que estaba destinado a una mujer con la que el arzobispo nombrado en 2017 por Franciso, mantenía una relación que el mismo reconoció como “ambigua”.
No se sabe cómo el mail lo recibió la secretaria y terminó en lo que Borges llamaba “el dudoso honor de la tipografía”.
El titular de la diócesis más importante de Francia negó siempre haber tenido sexo con la misteriosa señora, pero sí admitió que la relación ambigua duró varios años.
Las dos mujeres de monseñor
El artículo publicado ahora por “Paris Match”, revela parcialmente su identidad. “La mujer del email de 2012” se llama Colette y “habría jugado un papel más importante de lo que el arzobispo quisiera hacer creer”, escribe. La relación habría durado años, agrega.
El semanario francés destaca que “nadie conoce con precisión la función de Colette, pero este episodio parece esconder otra mujer, con un efectivo poder sobre él: Laetitia Calmeyn”, que es la virgen consagrada y teóloga.
El diario “Il Messaggero”, señala que apenas salio la edición de París Match” con el artículo, el Vaticano difundió “las palabras del Papa pronunciadas durante la visita a una comunidad de religiosos de Roma”. La presunta frase filosa del pontífice dice: “No es necesario tener miedo de la realidad, de la verdad, de nuestras miserias”.
El arzobispo Aupetit había decidido poner a disposición del Papa su renuncia. La dimisión aceptada fue anunciada cuando el Papa ya se encontraba en su gira apostólica por Chipre y Grecia, la semana pasada. En el viaje de regreso a Roma, el lunes último, el Papa dialogó con la prensa que lo acompañaba. Lo hace siempre. Le preguntaron naturalmente sobre el caso.
“Ha cometido una falta –respondió- contra el sexto mandamiento, pero no total. Las pequeñas caricias, los masajes que le hacía a la secretaria. Este es un pecado, pero no un pecado grave. Los pecados de la carne no son los más graves”.
Y siguió: “Los más grave son los que tienen más angelicalidad: la soberbia, el odio. Aupetit es un pecador como Pedro, el obispo con el que Jesús fundó la Iglesia y que lo había renegado”.
Agregó Bergoglio: “¿Por qué la comunidad del tiempo había aceptado un obispo pecador? Era una Iglesia normal, en la cual era habitual sentirse todos pecadores humildes. Se ve que nuestra Iglesia no está habituada a tener un obispo pecador, pretendemos decir: es un santo mi obispo”.
“Pero cuando las habladurías crecen y crecen y te quita la fama de una persona, no podrá gobernar porque ha perdido la fama, no por su pecado, que es pecado –como los de Pedro, como el mío, como el tuyo–, pero por las habladurías de las personas. Por eso he aceptado la dimisión, no en el altar de la verdad sino en el altar de la hipocresía.”
Al comienzo del diálogo el Papa le dijo al periodista que le hizo la pregunta: “Usted me demanda: qué hizo (el arzobispo) tan grave que debió dar la dimisión. ¿No lo sabe? Antes de responder diré: investiguen. ¿Fue condenado? ¿Y quién lo condenó? La opinión pública. Si ustedes lo saben, díganlo”.
Monseñor Aupetit es un religioso firmemente alineado en la línea de la Iglesia. Médico antes de consagrarse al sacerdocio. A los 70 años, le faltaban cinco para tener la obligación de presentar su renuncia “por límites de edad”.
El caso Aupetit estalló poco después que la Conferencia Episcopal revelara los dramáticos resultados de la investigación ordenada sobre la pedofilia en la Iglesia francesa, desde mediados del siglo XX.
Su presidente, Eric de Moulins Beaufort dijo: “Hemos descubierto una realidad espantosa, que supera en el horror cualquier imaginación”.
La investigación de 21 expertos dirigidos por Jean-Marie Sauvé duró 32 meses y fue realizada para echar luz sobre los crímenes sexuales cumplidos con impunidad por sacerdotes. Sus delitos están casi todos prescriptos para la justicia.
La comisión logró encontrar más de 3200 sacerdotes acusados, muchos de ellos ya fallecidos. Usando cálculos estadísticos se elaboró una lista de 212 mil víctimas de la pedo-criminalidad en las parroquias y seminarios. La cifra llega a 300 mil si se agregan miembros laicos de la Iglesia que actuaban en su estructura en la educación y otros sectores.
El informe señala que frente a los primeros escándalos la Iglesia manifestó largamente una “profunda y cruel indiferencia”.
El Papa, al recibir la información, invitó a los católicos franceses a que asuman su responsabilidad, “para garantizar que la Iglesia sea una casa segura para todos”. Lo dijo en la audiencia general de los miércoles. Demandó “cumplir todos los esfuerzos para que dramas similares no se repitan. Destacó que para la Iglesia francesa se trataba de una prueba “dura pero saludable”.
Con la catedral de Notre Dame en lenta reconstrucción después del devastador incendio que la semi-destruyó y el caso del arzobispo de París Aupetit que sobrevino poco después de las revelaciones sobre la pedofilia interna que causó estragos, la Iglesia de Francia vive una dura crisis que acentúa la sensación de decadencia en su larga historia como “hermana mayor de la Iglesia”.