Mediante un mapa genético, los científicos lograron identificar a más de 800 individuos africanos. Cómo se puede aplicar esta técnica y cuáles son los alcances, según los investigadores
Además de encontrarse en peligro de extinción, los chimpancés enfrentan otro flagelo: el tráfico ilegal. Es por este motivo que un grupo de investigadores de más de 15 naciones se propuso realizar un mapa genético. El objetivo era conocer no solo cómo evolucionaron los distintos individuos y cuáles fueron sus migraciones, sino además poder establecer métodos para vincular a los miembros de esta especie con aquellos que fueron secuestrados o los restos que, tras la caza furtiva, se encuentran en las zonas donde habitan.
Según el documento publicado en la revista Cell Genomics, en la cual se enumeran como autores a científicos norteamericanos, españoles, británicos, australianos, belgas, alemanes y de naciones africanas, entre otros, aseguraron que “el conocimiento sobre la historia de la población de las especies en peligro de extinción es fundamental para la conservación, pero los datos del genoma completo de los chimpancés (Pan troglodytes) son geográficamente escasos”.
En ese sentido, los expertos destacaron la producción del “primer catálogo geolocalizado no invasivo de diversidad genómica”. Gracias a éste, lograron “capturar el cromosoma 21 de 828 muestras no invasivas recolectadas en 48 sitios de muestreo en África”. Para alcanzar este objetivo, los expertos recolectaron muestras de ADN de excrementos de chimpancés en las regiones que forman parte del “Programa Panafricano”, el cual se extiende por África central y occidental.
“Las cuatro subespecies reconocidas muestran una clara diferenciación genética que se correlaciona con las barreras conocidas, mientras que el intercambio genético no descrito anteriormente sugiere que estas han sido permeables a escala local”, señalaron al respecto los científicos. Al tiempo que, al justificar el método que utilizaron para obtener el ADN, señalaron que esta estrategia es útil cuando se analizan especies en peligro de extinción, ya que la interferencia con los animales es mínima.
Asimismo, indicaron: “Obtuvimos una reconstrucción detallada de la estratificación de la población y patrones de aislamiento, migración y conectividad a escala fina, incluida una imagen completa de la mezcla con bonobos (Pan paniscus)”. “A diferencia de los humanos, los chimpancés no experimentaron episodios prolongados de migraciones de larga distancia, lo que podría haber limitado la transmisión cultural”, resaltaron en el escrito.
“Si podemos conocer la diversidad genética de esta especie en peligro de extinción y su historia demográfica pasada… esto puede ayudar a diseñar un mejor plan de conservación”, aseguró Claudia Fontsere, primera autora del estudio y miembro Instituto de Biología Evolutiva, de España, en diálogo con AFP.
Cuáles fueron los desafíos que enfrentaron los científicos
Uno de los desafíos técnicos que enfrentaron los científicos fue poder obtener las cantidades necesarias de ADN de los chimpancés, ya que solo se hicieron con sus heces y en ellas solo se desprenden pequeñas cantidades. Es por esto que aplicaron una nueva técnica de secuenciación denominada “target capture” o “captura de objetivos” (en castellano), la cual había sido aplicada cuando se estudió a los neandertales, ya que las partículas orgánicas se habían degradado durante miles de años.
Tras aplicar esta estrategia, lograron descubrir un 50% más de variantes en un cromosoma (el número 21) de los identificados previamente. El siguiente paso fue evaluar e inferir “el flujo de genes pasado entre las poblaciones de chimpancés”, con lo cual pudieron completar los espacios en blanco que aún reinaban en la comunidad científica. Previo a este estudio, solo habían podido secuenciar un total de 59 genomas completos, siendo que su mayoría estaban en cautiverio.
“Ha habido mucho debate sobre si las cuatro subespecies de chimpancé realmente divergieron entre sí o si ha habido un flujo genético persistente entre ellas”, aseguró Mimi Arandjelovic, coautora principal del estudio y miembro del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania). Asimismo, en diálogo con AFP destacó: “Pudimos mostrar, utilizando diferentes métodos de análisis que observan variaciones muy antiguas y más recientes, que la historia es compleja, muy parecida a la de nuestra propia especie”.
En palabras de los expertos, al igual que ocurrió con los humanos, los chimpancés también migraron. Ahora, los científicos pudieron realizar una retrospectiva y evaluaron los últimos 100,000 años con más detalle. En los hallazgos, los investigadores advirtieron que, en el pasado, las subespecies de chimpancés se separaron, pero que, además, también vivenciaron momentos de intercambio genético. De este modo, según los científicos, lograron comprender por qué en estudios anteriores la historia evolutiva de estos mamíferos culminaba con diferentes conclusiones.
Es más, lograron determinar que los chimpancés de antaño no solo se enfrentaron a barreras geográficas, como son los lagos, ríos y montañas; sino que además se enfrentaron a obstáculos genéticos entre subespecies y comunidades. Por otro lado, lograron confirmar que existía un elevado nivel de conectividad entre los chimpancés occidentales. Sobre este último punto, los científicos advirtieron la importancia de “preservar las conexiones entre los bosques de África occidental”, afirmó Arandjelovic.
Fontsere, en tanto, se centró en los alcances del mapa genético como herramienta para identificar la procedencia de los chimpancés traficados ilegalmente. Pese a que la reintroducción de estos animales a sus ambientes naturales es una tarea compleja, lo cierto es que la ciencia ha demostrado un mayor nivel de adaptación cuando son reinsertados en zonas cercanas a su lugar de origen. “Puede ayudar a las fuerzas del orden público a observar las rutas más probables, podemos rastrearlas”, concluyó la científica.