Alejandro Blanc Pardo ofrecía a su novia para tríos swinger en un popular sitio argentino de contenido sexual donde, además, posteaba las imágenes de los abusos a sus otras víctimas. La mujer parecía su cómplice. Sin embargo, declaró en su contra. El acusado se negó a hacerlo y la fiscalía convoca a las víctimas
Alejandro Blanc Pardo se jactaba de ser el Jeffrey Epstein argentino, en referencia al macabro empresario estadounidense acusado de encabezar uno de los mayores esquemas de abuso de menores de la historia moderna, con su poder y su fortuna empleados como herramientas para someter a menores de edad de bajos recursos. Blanc Pardo no tenía tanto a su nombre, un hombre de 46 años que se dedicaba al negocio de las motos, con un local de venta de vehículos y repuestos en Castelar, luego devenido en verdulero. Pero ciertamente tenía su público.
Sin dar su nombre completo o su cara, apenas con fotos de su miembro al que comparaba siempre con un desodorante, se convirtió en una estrella de culto de uno de los sitios de porno amateur más populares de la Argentina. Había posteado allí durante años, al menos desde 2018, con picos notables de actividad: otros usuarios le hacían tributos y homenajes, con casi siete mil seguidores registrados para sus dos perfiles de rango avanzado y gold, con más de cien mil visitas a sus imágenes.
Ofrecía sexo swinger junto a su mujer con encuentros en la zona oeste, y buscaba contacto con otros fiesteros. Pero lo que el comerciantes más mostraba eran sus aparentes conquistas: chicas poco más que adolescentes, a las que mostraba en situaciones sexuales denigrantes, penetradas sin protección por él o por sus amigos, tras hacerlas posar sobre sus muebles, por lo general en su departamento de la calle Emilio Castro en Haedo, casi siempre con un sillón rojo de cuerina como escenario. Así, se convirtió en el hombre del “sillón rojo”. Le hicieron tributos online, se preguntaron por su identidad. Ya tenía una condena por violación de menores que databa de 2017. No sirvió de mucho. El sillón rojo llegó al mundo del porno amateur en Internet al año siguiente.
La Dirección de Investigaciones Contra El Crimen Organizado de la Policía Bonaerense lo detuvo el viernes pasado en la esquina de su casa junto a su pareja, tras cientos de horas de intervenirles los teléfonos a ambos. Le encontraron un arma en el auto, además de un cajón de mandarinas. La causa es investigada por la Ayudantía Fiscal Delitos Conexos a la Trata de Personas, Pornografía Infantil y Grooming de la fiscal Lorena Pecorelli y el fiscal Marcos Borghi, con cientos de horas de escuchas telefónicas a su a él y a su pareja.
Las evidencias no lo ayudan. Encontraron su set completo de filmación con cámaras, dildos y látigos más una variedad de licores importados. También, encontraron en un cajón una lista con decenas de nombres de chicas, posibles víctimas. La explotación de la vulnerabilidad de sus víctimas era la norma. Decía cosas detestables en los posteos semipúblicos donde compartía el material. “Reposteo a mi empleada de limpieza. Ella wachiturra villera, muy callada, tímida, de pocas palabras. Cuando viene a casa la invito a comer, viene con hambre siempre, pobrecita. Miren sus costillitas”, se regodeaba Blanc Pardo en una publicación.
Lo que sigue son 30 fotos de una joven delgada, que posa en los muebles y luego es supuestamente abusada, primero por un hombre, luego por dos al mismo tiempo. Los hombres ocultan su cara con mínimas cintas negras; la mujer es expuesta de forma frontal.
La investigación de Borghi y Pecorelli continúa, lejos de terminar. Blanc Pardo, todavía preso en una celda, se negó a declarar. El área de Cibercrimen de la Policía provincial se dispone a peritar sus aparatos. Su pareja fue identificada en el expediente. Al contrario del verdulero, la mujer declaró. Las primeras sospechas indicaban que la mujer habría sido una partícipe necesaria, parte de la mecánica para captar a las mujeres como supuestamente lo fue Ghislaine Maxwell, pareja del verdadero Jeffrey Epstein.
Pero para los fiscales, por el momento al contrario del caso de su ídolo, la novia de Blanc Pardo es una víctima.
En su testimonio, según confirmaron fuentes del caso, aseguró que fue prostituida por Blanc Pardo, que la ofreció para tríos o encuentros swinger en al menos tres publicaciones web con decenas de fotos donde la mujer posa desnuda o semidesnuda en lencería erótica o bajándose la ropa interior en lugares públicos. Los requerimientos eran específicos: Blanc Pardo, si es que él controlaba las publicaciones, pedía “hombres menores de 30, dotados y depilados”.
La fiscalía del caso ofrece que las víctimas se contacten con los investigadores para tomar su testimonio y brindar apoyo y contención. Su dirección de mail es: ayudantiadelitosconexos.lm@mpba.gov.ar