Fue desarrollada por investigadores australianos de la Universidad de Newcastle y consiste en una tira que incorpora una enzima para detectar la glucosa en un transistor.
Una primera prueba de diabetes sin dolor en el mundo desarrollada por científicos australianos de la Universidad de Newcastle podría estar en manos de los consumidores luego de recibir una financiación de 6.3 millones de dólares para establecer la primera planta de fabricación del dispositivo.
Se trata de un test diagnóstico no invasivo para pacientes con diabetes que mide el azúcar en sangre a través de la saliva. Gracias al nuevo dispositivo, se podrá controlar los niveles de glucosa sin necesidad de sufrir el dolor de los pinchazos diarios.
Para los diabéticos, controlar sus niveles de azúcar en sangre generalmente significa pincharse los dedos varias veces al día y luego colocar una gota de sangre en una tira reactiva. Este problema alienta a algunos pacientes a disminuir la cantidad de pruebas para evitar el proceso doloroso.
Es por ello que la tira electrónica que incorpora una enzima para detectar la glucosa en un transistor, la metodología empleada por este dispositivo, podría revolucionar la forma en la que se detecta esta afección.
El físico y líder de investigación de la Universidad de Newcastle, el profesor Paul Dastoor, explicó que su equipo en el Centro de Electrónica Orgánica (COE) estaba trabajando en estrecha colaboración con su socio comercial y beneficiario de la subvención, GBS , en una instalación de fabricación especialmente diseñada que se ubicará en Hunter, Australia.
“La construcción comenzará en la instalación este año, y los primeros dispositivos saldrán de la línea de producción para 2023”, anunció el profesor Dastoor.
“Con más de 460 millones de personas evaluando sus niveles de glucosa con regularidad, esta es una tecnología con una gran demanda y el potencial para crear un crecimiento significativo de empleos de alta tecnología en nuestra región y más allá”, agregó.
El doctor George Syrmalis, director ejecutivo del grupo de The iQ Group Global añadió: “Todo nuestro modelo de negocio trata de traducir el descubrimiento en un producto que satisfaga una necesidad médica no satisfecha”.
“La creación de una planta dedicada a la fabricación de alta tecnología para comenzar la producción de nuestro biosensor de glucosa beneficiará a la sociedad local al crear empleos, pero lo más importante es que los pacientes que padecen diabetes, que hasta ahora han tenido que pincharse el dedo varias veces al día para monitorear sus niveles de glucosa. Esta subvención no podría haber llegado en un momento más apropiado, mientras nos preparamos para las pruebas clínicas”, amplió Syrmalis.
El vicerrector de la Universidad de Newcastle, el profesor Alex Zelinsky, precisó que el proyecto era un poderoso ejemplo de la dirección que estaba tomando la Universidad bajo su Plan Estratégico Mirando hacia el Futuro, lanzado el año pasado.
“A través de nuestro plan estratégico, que fue moldeado por nuestros estudiantes, personal y nuestras comunidades, nos comprometimos a establecer a Hunter como el banco de pruebas definitivo para la innovación y a impulsar la inversión en las nuevas industrias que se necesitan para generar las oportunidades laborales del futuro. Este proyecto es un ejemplo tangible de la realización de ese plan y otro momento de orgullo para nuestra región”, cree Zelinsky.
Cómo funciona
La prueba de saliva hace que las dolorosas pruebas de punción digital para la diabetes tipo 1 y tipo 2 sean obsoletas, lo que representa la primera innovación importante desde que se desarrolló la prueba de glucosa en sangre en la década de 1960.
El profesor Dastoor atribuye esto, en parte, a la inspiración de su esposa, quien como maestra de escuela primaria ayudó a los niños pequeños a su cuidado a controlar sus niveles de glucosa en sangre.
“Es un escenario desgarrador cuando suena la campana del almuerzo y todos corren al patio de recreo, excepto unos pocos desafortunados que se quedan atrás para entregar su dedo para un análisis de sangre en cada comida”, lamentó Dastoor. “Nuestra visión era crear un mundo en el que nadie necesitara sangrar para comer”.
Con concentraciones de glucosa en la saliva 100 veces más bajas que en la sangre, era más fácil decirlo que hacerlo.
“Uno de nuestros desafíos clave fue la absoluta falta de disponibilidad de glucosa en la saliva. Existe en concentraciones mínimas, por lo que necesita desarrollar una plataforma increíblemente poderosa para detectarlo. La saliva también contiene una plétora de otras sustancias, por lo que luego debe desconectarse de mucho ‘ruido’ para asegurarse de que los resultados sean precisos”, detalló Dastoor, quien apuntó que “el sensor, de tamaño similar a una barra de goma de mascar y considerablemente más delgado, es increíblemente poderoso y detectaba sustancias que existen en la saliva en concentraciones diminutas”.
“Con esta plataforma altamente sensible, ahora podemos detectar glucosa en los niveles encontrados en la saliva, por primera vez”, alertó.
Recubierto con una enzima natural, la glucosa oxidasa, el biosensor interactúa con la saliva y produce una reacción que genera una corriente eléctrica. Esta corriente se puede detectar y medir para revelar niveles de glucosa de alta precisión que podrían entregarse a través de una aplicación de teléfono inteligente y los datos almacenados en la nube.
Potencial uso en otras enfermedades crónicas
Dastoor cree que el sensor podría desarrollarse para su aplicación en 130 indicaciones, incluidos marcadores tumorales, hormonas y alérgenos.
“El biosensor es una ‘tecnología de plataforma’, lo que significa que será ampliamente aplicable para detectar una variedad de sustancias que identifican una variedad de enfermedades. Ya estamos buscando las sustancias que identifican el cáncer, las hormonas y las alergias“, puntualizó el profesor Dastoor.
Según especificó el grupo investigador, el sensor podría ayudar con las nuevas pruebas de diagnóstico que se necesitan con urgencia para ayudar a erradicar el COVID-19. Su equipo se está asociando con el Instituto Wyss de Ingeniería de Inspiración Biológica de la Universidad de Harvard para ayudar a desarrollar la plataforma de sensores como una prueba COVID no invasiva.
“El Instituto Wyss ha desarrollado un revestimiento antiincrustante inteligente que se puede incorporar a la plataforma del biosensor, ofreciendo una nueva herramienta de diagnóstico para COVID-19 que se puede imprimir en tiras de plástico a gran escala”, concluyeron.