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Día Mundial contra el Trabajo Infantil: tres historias en primera persona sobre cómo vive uno de cada diez niños en Argentina

Los casos enseñan lo que hacen y dejan de hacer Martín, Clara y Camilo, tres ejemplos no reales que representan un mal que en el mundo afecta a 160 millones de niñas, niños y adolescentes. Cómo es la campaña “Prestá atención. El trabajo infantil pasa cerca tuyo” que propone la Organización Internacional del Trabajo en conjunto con el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social

Martín tiene 14 años, vive en la Ciudad de Buenos Aires y su papá acaba de quedarse sin trabajo. A las seis de la mañana se levanta para ir a trabajar a un lavadero de autos, antes de ir al colegio. Clara tiene 12 años, vive con su familia y durante la mañana se encarga de las tareas domésticas, mientras su mamá trabaja: ordena, cocina, lava y lleva a su hermano al colegio. Camilo tiene 14 años y vive con su familia en un paraje agreste, donde asiste en labores rurales: alimenta a las gallinas, recoge leña, acomoda el establo. Son tres adolescentes haciendo cosas que no deberían.

Martín dejó de jugar con sus amigos a la pelota para ir a trabajar. Clara pierde tiempo de clases para trabajar en quehaceres domésticos. Camilo rechaza las invitaciones a la canchita porque trabaja en el campo. Sus historias no son verídicas: son ficciones basadas en casos reales que representan una problemática global, no solo argentina. Sus historias se recluyen en una experiencia inmersiva de 360 grados que propone visibilizar un hecho invisible, naturalizado en el ambiente, camuflado en la repetición. La campaña por el Día Mundial contra el Trabajo Infantil de la Organización Internacional del Trabajo para la Argentina, en colaboración con el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, invita a ver la vida con los ojos de un niño trabajador, a no mirar para otro lado, a prestar atención.

El video interpela a una sociedad que mira sin ver. Y se pregunta “¿cómo ve el mundo una niña que deja de ir a la escuela para cuidar a sus hermanitos? ¿Cómo ve el mundo un niño que trabaja en el campo mientras los demás juegan?”. La consigna, a través de una campaña de sensibilización pública para cuestionar la tolerancia social hacia el trabajo infantil, es producir empatía en la población adulta e inspirarla a comprometerse, a que deje de naturalizar una realidad solapada en el hábito. Cada 12 de junio se conmemora, desde 2002 y por disposición de la Organización Internacional del Trabajo, una fecha que busca ejercer de catalizador para el creciente movimiento mundial contra el trabajo infantil.

Estos videos pueden verse por realidad virtual en el Parque de las Juventudes de la ciudad de La Rioja (frente al monumento a Facundo Quiroga) hasta el martes 13 y en la Plaza del Vaticano ubicada junto al Teatro Colón en la ciudad de Buenos Aires hasta el miércoles 14 de junio. Son instalaciones con domos donde se pueden conocer estos casos en primera persona con la narración de Lalo Mir. “Este año nuestra campaña se enfoca en reducir la tolerancia social y la naturalización del trabajo infantil, con el objetivo de modificar la percepción de que el trabajo infantil es una característica estructural de la sociedad”, señala Gustavo Ponce, punto focal de trabajo infantil, trabajo forzoso y trata de personas de la OIT Argentina, y agrega: “Entonces nos proponemos desmantelar ese tipo de percepciones arraigadas en parte de la sociedad, para recordar que el trabajo infantil no dignifica a ningún niño, niña o adolescente ni contribuye con su desarrollo, sino que les quita la posibilidad de crecer, educarse y disfrutar de su infancia”.

Los casos de Martín, Clara y Camilo son ilustrativos: hacen alusión a un cuadro complejo que aborda la pregunta ¿de qué hablamos cuando hablamos de trabajo infantil? La respuesta del organismo oficial es “toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niñas y niños por la edad mínima de admisión al trabajo”. “El trabajo infantil priva a los niños de la educación y oportunidades y les impide obtener un ingreso decente y un empleo estable como adultos” es la definición que elige las Naciones Unides.

En Argentina, la ley 26.390 sancionada el 4 de junio de 2008 establece la prohibición del trabajo infantil. Su artículo número dos apunta: “Queda prohibido el trabajo de las personas menores de dieciséis (16) años en todas sus formas, exista o no relación de empleo contractual, y sea éste remunerado o no”. El 20 de marzo de 2013 se sancionó la norma que la constituye como un delito penal. La ley 26.847, artículo número 148 bis, establece que “será reprimido con prisión de 1 (uno) a 4 (cuatro) años el que aprovechare económicamente el trabajo de un niño o niña en violación de las normas nacionales que prohíben el trabajo infantil, siempre que el hecho no importare un delito más grave”.

En el mundo, se estima que hay 160 millones de niñas, niños y adolescentes trabajando: 63 millones son niñas, 97 millones son niños y juntos representan uno de cada diez personas en todo el planeta. Casi la mitad realiza tareas peligrosas y el 70% se dedica a labores en el campo de la agricultura, con especial foco de explotación en el África subsahariana.

En Argentina, los datos oficiales coinciden en el índice global: uno de cada diez ciudadanos de entre cinco y quince años realiza al menos una actividad productiva. “En las zonas rurales trabajan el 20% de niños y niñas de entre cinco y quince años, también lo hace el 43,5% de las y los adolescentes de entre 16 y 17 años. Sin embargo, en el segmento de trece a 17 años, lo hace el 23 por ciento, cifra que representa un aumento de siete puntos porcentuales respecto a noviembre de 2020, ya que la mitad comenzó a trabajar durante la pandemia”. reza el informe de la oficina OIT en el país.

Son niños que no juegan, no crecen, no aprenden, sino que trabajan. Y el trabajo infantil impacta brutalmente en la deserción escolar: es una cuestión de tiempo vital y de prioridades. El relevamiento informa: “En todo el mundo, un alto porcentaje de niños y niñas son excluidos de la escuela a pesar de tener edad de enseñanza obligatoria. Más de tres cuartas partes del grupo compuesto entre los cinco y los once años y más de un tercio del de doce a catorce años en situación de trabajo infantil no están escolarizados. Esto limita seriamente sus perspectivas de trabajo decente en la juventud y la edad adulta, así como su potencial para la vida en general”.

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