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Delta, Ómicron y el dato que más preocupa tras casi un año de vacunación en Argentina

Mientras los casos suben, el Gobierno no logra terminar de saldar una “hipoteca inmunitaria” que se originó cuando en el país faltaban las dosis contra el Covid.

A comienzos de agosto de este año el Gobierno decidió darle impulso a las segundas dosis contra el Covid, fundamentales para enfrentar lo que se venía: la amenaza de la variante Delta. Sin embargo, a 100 días de fijado el objetivo y ya con la variante Ómicron fronteras adentro, Argentina aún tiene una de las brechas más grandes del mundo entre vacunados con una y dos dosis.

La campaña de vacunación contra el coronavirus está por cumplir un año en Argentina. La primera dosis se aplicó el 29 de diciembre en el Hospital Posadas. La brecha entre primeras y segundas dosis comenzó a forjarse en marzo, cuando ante la escasez de vacunas el Consejo Federal de Salud decidió garantizar la aplicación de al menos una dosis a una mayor cantidad de personas.

Esa decisión, necesaria en aquel contexto de carencia, tuvo su costo, tanto desde lo material, con la gran cantidad de muertes que dejó la segunda ola de Covid en el país, como desde lo simbólico: la potencial subestimación del posible impacto social que podía significar el mensaje de dilatar las segundas dosis.

En los últimos tres meses esa brecha, en gran medida, logró cerrarse. El 25 de julio sólo el 23 por ciento de los vacunados tenía dos dosis:  6 millones de los 23,8 millones vacunados. Ahora es el 81 por ciento: 37 millones de personas iniciaron su esquema pero lo completaron 30 millones. Según el sitio Our World in Data, la diferencia entre el porcentaje de población vacunada con una dosis y con dos se aproxima al 15 por ciento en Argentina.

Quebrar esa brecha final ya no radica en la disponibilidad de vacunas. Casi 88 millones ya fueron distribuidas a las provincias (suficientes para vacunar con esquemas completos a toda la población mayor de tres años del país), pero sólo aplicaron 70 millones. Una diferencia de 18 millones. El saldo en realidad asciende a 24 millones de vacunas, porque hay otros seis millones que arribaron al país y aún no fueron distribuidos.

Si bien en Argentina no pesa la militancia antivacunas como en algunos países de Europa y en Estados Unidos, los problemas de acceso, algo de desidia y falta de información de parte de la población conforman un conglomerado “antivacunas” ya no ideológico, sino de hecho. A los fines inmunológicos no importa tanto lo que la gente crea o piense, sino lo que haga.

A esta altura, hay pocos países con más esquemas incompletos que Argentina, que ocupa el puesto 19 del mundo. En la región, sólo es superada por Colombia (26%) y Venezuela (23%), con la aclaración de que la cobertura con dos dosis en la Argentina actualmente llega al 67 por ciento. Con una dosis, en cambio, está el 82 por ciento de los argentinos. En Europa, los esquemas incompletos representan el 4,47 por ciento. En Estados Unidos, el 11,3 por ciento.

El infectólogo Eduardo López planteó en una entrevista con Clarín, el último domingo, otro punto que forma parte del mismo problema: 2 millones de mayores de 18 años no recibieron siquiera la primera dosis en el país.

Sobre eso aparece un rasgo sintomático sobre el poder de fuego de los estados provinciales. El Gobierno intentó destinar las unidosis de Cansino para llegar poblaciones de más difícil acceso, pero el resultado de ese plan fue flaco. Se aplicaron apenas 143 mil dosis en todo el país, del 1,7 millón recibidas. Y la iniciativa original -ahora frenada- era adquirir 5,4 millones de dosis.

El target más difícil, según planteó el Gobierno, es el comprendido entre los 18 y 39 años. También hay un sector de la población infantil cuyas familias han demorado su empadronamiento a partir de la controversia que se dio en el país con la aprobación de la vacuna pediátrica de Sinopharm. Argentina es uno de los pocos países del mundo que vacuna a menores de 11 años.

Testeos en la Rural, esta semana. Foto: Enrique García MedinaTesteos en la Rural, esta semana. Foto: Enrique García Medina

Parte del stock excedente de vacunas está siendo aprovechado para refuerzos y terceras dosis de las poblaciones más vulnerables, otro mojón indispensable en la medida que hayan pasado más de cinco meses desde la aplicación de las segundas dosis, lo que redunda en una merma de anticuerpos, en especial al tener que lidiar con nuevas variantes del Covid más sofisticadas.

La bala de plata contra esa brecha será el pase sanitario, que en la provincia de Buenos Aires comenzará a regir el 21 de diciembre y en el resto de las provincias aún no tiene fecha, salvo en Salta y Tucumán donde ya arrancó. En este último distrito la reacción de la gente fue positiva: la amenaza de restricciones por no tener completo el esquema de vacunación hizo que muchos tucumanos se sometieran al segundo pinchazo.

Los mayores desafíos en ese sentido los tendrán las provincias con menor proporción de segundas dosis aplicadas. Hay 11 en las que menos del 80 por ciento de los vacunados completó sus esquemas. La que está peor es Corrientes (68,7%) y le siguen Chaco (70,6%), Jujuy (71,5%), Misiones (72,9%), Salta (75,2%), Tucumán (76,9%), Catamarca (77%), Entre Ríos (77,3%), Chubut (77,6%), Neuquén (77,9%) y Buenos Aires (78,5%).

En cambio, las que no dependerían tanto del pase sanitario para convencer a la gente son La Pampa (93,6%), Ciudad de Buenos Aires (92,6%) y San Luis (92,1%). El resto se ubica en un punto intermedio, con un camino por recorrer en pleno aumento de casos y una tasa de positividad que ya promedia arriba del 6 por ciento, el triple que a comienzos de octubre.

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