La ex mandataria da por cerrada la discusión partidaria, que incluyó el contrapunto electoral con Ricardo Quintela y las acusaciones contra Axel Kicillof por su silencio en la disputa.
Ya está. Se terminó. El conflicto por el PJ Nacional y la disputa de poder de las últimas semanas es parte del pasado. Empezó una nueva etapa. Así lo entiende Cristina Kirchner, que tuvo que arremangarse en el barro de la política electoral para llegar a la presidencia del partido. Recorrió un camino espinoso que, en otros tiempos, no hubiese tenido que transitar. Ya nada es como era antes.
El riojano se sintió destratado y ninguneado. Siendo un gobernador, nadie le avisó nada sobre la decisión de la ex presidenta de jugar en la elección justicialista. El modus operandi K convenció a Quintela de que había que jugar a fondo. Y así lo hizo, hasta que la junta electoral del partido y la jueza federal María Servini frenaron sus ambiciones.
“No es un tema nuestro. La discusión del PJ la saldó Servini con su fallo”, indicaron cerca de la ex mandataria, que no quiere seguir sumergida en el contrapunto justicialista. Esa intención de dejar atrás todos los resquemores que se generaron durante el proceso electoral, incluye también el mensaje que el martes a la noche Axel Kicillof escribió en sus redes sociales.
El gobernador bonaerense felicitó a CFK por convertirse en la presidenta del PJ, pocas horas después de que la Junta Electoral del partido proclamara la lista “Primero la Patria” y diera por concluida la etapa electoral. Kicillof escribió un mensaje lineal, sin margen a la especulación. Y lo hizo luego de varias semanas en las que los principales dirigentes del kirchnerismo le pidieron una expresión pública respecto a la contienda electoral.
En el Patria no movió el amperímetro el saludo del gobernador bonaerense. Ni bueno, ni malo. Quedó rápidamente en el pasado, como parte de la vertiginosa historia que protagonizaron CFK y Quintela por la presidencia del partido. Señales de distanciamientos elocuentes y de una relación cada vez más fría. El mensaje llegó tarde para las expectativas del círculo K más chico. Pero llegó.
“El mensaje de Axel es inocuo. Ni malo ni bueno. Pareciera que es lo que quiso hacer. Su tuit no es un tema de conversación. Eso es lo que buscó”, dijo una dirigente cercana a la presidenta electa del PJ. El mensaje de Kicillof tuvo múltiples interpretaciones. Todas lógicas, teniendo en cuenta la tensión permanente que hay en el vínculo político entre el Gobernador y La Cámpora.
Para algunos dirigentes ultra K, el mensaje del economista fue “una señal de acercamiento” después de varias “señales de distanciamiento”. En ese sentido, consideraron como “positiva” la decisión del Gobernador de aflojar la tensión a través de esa publicación. “Fue un telegrama inexpresivo, pero bienvenido sea el mensaje”, sostuvo un funcionario camporista. Expresiones variadas en un mismo micromundo.
“Se quiere poner por encima y se pone por afuera”, expresó otro nombre propio de la organización ultra K, que hace tiempo no entiende cómo se mueve Kicillof respecto a la conducción de CFK. “Sería bueno que se siente en una mesa y nos diga a todos qué es lo qué quiere hacer”, sentenció. El enojo y la decepción no se borraron. Están enquistados en el corazón camporista.
Durante todo el debate interno del PJ en La Cámpora consideraron que el Gobernador “jugó a dos puntas”, al dar señales de apoyo a Cristina Kirchner pero, al mismo tiempo, permitir que sus aliados junten avales para Quintela. El mensaje en sus redes sociales no borra de un plumazo lo que piensan. Siguen creyendo que Kicillof quiere jubilar a la ex vicepresidenta y que está construyendo un proyecto político personal.
En el kirchnerismo empieza a constituirse cierto consenso sobre la necesidad de bajar los decibeles en la confrontación política. Pero las buenas intenciones están atadas con alambre. Tal es así que el martes, durante un encuentro en Esteban Echeverría, Máximo Kirchner pronunció una frase que tuvo a Quintela y Kicillof como destinatarios.
“Algunos creen que construyen autoridad enfrentando a Cristina como diciendo ‘me estoy pelando con la más grandota’. No. Te estás peleando con la que persiguieron, con la que quisieron matar, con la que pone la cara. Autoridad no se construye peleando con la compañera o el compañero, la autoridad se construye peleando contra los poderes concentrados y el poder extranjerizante de nuestro país”, expresó.
El martes por la tarde la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti fue la que volvió a arremeter contra Kicillof. Lo hizo durante una entrevista en el canal de streaming Gelatina, donde apuntó contra el entorno del Gobernador. En especial, contra el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, uno de los principales armadores del nuevo esquema de Kicillof.
“Lo personal es político. Nosotros sabemos que es así, no sé qué le pasó por la cabeza. Yo le diría ‘hermano, si tenés carroñeros al lado tuyo que se alimentan de esta pelea, porque hay quienes se alimentan de esta pelea, volvé a la esencia, hermano, a la esencia’”, fue el mensaje que le dedicó al mandatario provincial. La tranquilidad del mundo K es endeble.
Cristina Kirchner asumirá la presidencia del partido en el corto plazo. Aún no hay fecha definida. De ahora en adelante tendrá actividades similares a las que protagonizó en Avellaneda esta semana, donde se reunió con intregrantes de pymes y le dejó un mensaje al gobierno nacioanal: “Este modelo es como el yogur, se vence”.
Realizará recorridas y encuentros cara a cara con distintos sectores del trabajo. Enviará mensajes a Javier Milei y al ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo. También habrá señales al interior del peronismo. Tal vez sea una campaña electoral anticipada. Un primer paso para la edificación de una nueva candidatura legislativa. Nadie lo sabe a esta altura del calendario.