Por ahora la OMS la catalogó como una subvariante de Ómicron. Una investigación japonesa dice que por la estructura, mayor contagio y gravedad del cuadro amerita otra letra griega.
Cuando el horizonte de “normalidad” tras dos años de Covid se vislumbra más cercano, la ciencia no se detiene. En su afán de seguir aportando más información sobre el SARS-Cov-2, acaba de surgir una pregunta inquietante: ¿Existe una nueva variante de preocupación y el mundo no se ha enterado?
Se trata de lo que para la OMS es, al menos por ahora, sólo una subvariante de Ómicron, a la que se la conoce como BA.2. Sin embargo, científicos japoneses llegaron a la conclusión de que su caracterización y consecuencias sanitarias serían notoriamente más graves que las de la versión BA.1, por lo que habría que identificarla con otra letra griega.
El trabajo fue realizado por un equipo de investigación liderado por Kei Sato, de la División de Virología de Sistemas, Departamento de Control de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Tokio. Describe con detalle los linajes BA.1 y BA.2 del Covid-19. Una versión preprint -previo a la revisión de pares- fue publicada en la plataforma bioRxiv.
El primer dato relevante es que BA.2, según la flamante investigación, tiene un poder de replicación que es 1,4 veces superior a BA.1. En febrero de 2022 el linaje BA.2, se ha detectado en varios países y comenzó a superar a BA.1, lo que confirma que BA.2 es más transmisible que BA.1.
La escasa vigilancia genómica que hay en Argentina, pese a la inversión que se ha hecho en equipamiento, impide conocer la evolución real de BA.2 a la fecha. En el último reporte del Instituto Malbrán, conocido en la segunda semana de febrero, se dio cuenta de que había solo 3 casos detectados de BA.2 en el país. Esos datos hoy son historia vieja y habrá que esperar hasta el nuevo informe de marzo para conocer cuál es la nueva incidencia.
Diferencias
Ómicron se ha clasificado en tres linajes principales: BA.1, BA.2 y BA.3; y un sub-linaje de BA.1, BA1.1. Sato explica que si bien estos linajes derivan de un mismo árbol, sus secuencias se han llegado a diversificar ampliamente.
Por ejemplo, BA.2 difiere de BA.1 en 50 aminoácidos, lo cual es aproximadamente el doble del número de diferencias de aminoácidos entre cuatro variantes de preocupación previas: Alfa, Beta, Gamma, Delta, además de la original de Wuhan.
Aunque BA.1 se difundió por todo el mundo antes que BA.2, la frecuencia de linaje de BA.2 aumentó y superó a la de BA.1 desde enero de 2022 en varios países. El último informe de la OMS dio cuenta de 57 naciones afectadas y de que a nivel global representa en promedio el 20 por ciento del total de los contagios con Ómicron.
En el único punto que BA.1 y BA.2 parecen acercarse es en el debilitamiento que ha sufrido el poder de las vacunas para frenar los contagios. Lo que no está del todo claro es si existe una diferencia más preocupante con una subvariante que con la otra.
“Con vistas a revelar las características virológicas de BA.2, nos propusimos realizar un ensayo de neutralización utilizando seudovirus y los anticuerpos neutralizantes inducidos por la vacunación. BA.1 es muy resistente a los antisueros inducidos por las vacunas Moderna y AstraZeneca. BA.2 también resultó muy resistente a los antisueros inducidos por la vacuna”, explica el trabajo de Sato.
Luego desarrolla otra de las diferencias: “BA.2 fue casi por completo resistente a dos anticuerpos monoclonales terapéuticos, casirivimab e imdevimab, y fue 35 veces más resistente a otro anticuerpo terapéutico, sotrovimab, en comparación con el virus B.1.1 ancestral”, se explica.
El trabajo de Sato también encontró que la capacidad de fusión de BA.2 a la célula humana es muy superior que con BA.1. Esto es determinante para sopesar el proceso de la infección viral con una u otra subvariante de Ómicron. Cuanto mayor es la denominada “fusogenicidad”, mayor es la transmisibilidad y la replicación.
Además -indican los expertos-, “demostramos que BA.2 es resistente a la inmunidad humoral inducida por BA.1”. Esto se desprende de un experimento con hamsters y creen que en seres humanos debería verificarse en mayor profundidad en una investigación futura. De comprobarse, un convaleciente de la primera subvariante sería susceptible de contagiarse con la segunda.
Otra conclusión del experimento hecho con hamsters fue que la carga de ARN viral en la periferia de los pulmones y los trastornos histopatológicos de BA.2 fueron más graves que los de BA.1. “Junto con un mayor número de replicación efectiva y una pronunciada inmunorresistencia de BA.2, resulta evidente que la propagación de BA.2 puede constituir un problema serio para la salud mundial en un futuro próximo”, afirman.
Para finalizar, los científicos hablan de “la posibilidad de que BA.2 sea la variante de mayor preocupación”, proponen a la OMS que BA.2 reciba una nueva letra del alfabeto griego para distinguirla de BA.1 y que se sea monitoreada en profundidad.
Discusión
La pregunta tácita que -mediante la evidencia aportada- deja el equipo de investigadores japoneses es por qué, pese a que existe semejante volumen de diferencias con el resto del linaje Ómicron, esta vez la OMS ha decidido incluir a BA.2 bajo el mismo paraguas, en lugar de otorgarle una nueva identidad.
Las directrices de la OMS son esenciales tanto para orientar la investigación sobre el Covid como para que los gobiernos fijen pautas de salud pública. Hasta ahora el organismo sanitario mundial vino catalogando sin vacilación cada nueva variante que apareció, por lo que ésta sería la primera vez que se le discute la decisión adoptada.
Las últimas consideraciones públicas de la OMS sobre BA.2 son de comienzos de febrero. “No estamos viendo mayores aumentos en las hospitalizaciones de lo esperado”, señaló entonces Boris Pavlin, del Equipo de Respuesta Covid-19 de la OMS.
Dijo también que incluso si la BA.2 reemplaza a la BA.1, esto puede tener poco efecto en la trayectoria de la pandemia y en la forma de tratar a las personas: “Es poco probable que su impacto sea sustancial, aunque se necesitan más datos”. Al momento de hacer esas declaraciones no se conocía aún la investigación de la Universidad de Tokio.