Desde el ajuste de cuentas entre bandas al error fatal. Las hipótesis sobre la droga de Puerta 8 tienen tan poca lógica como la secuencia de muertes.
Supongamos que una banda narco quiere arruinarle el negocio a su competencia para apoderarse de su territorio.
Preguntas: ¿Envenenaría la droga de su rival para matar a los clientes y así hundirlo? ¿Hay alguien capaz de hacer una cosa semejante? Y, sobre todo: ese “alguien” ¿no hizo el cálculo de que semejante golpe se volvería también contra él, afectaría la confianza del consumidor en general y desataría una cacería policial de consecuencias imprevisibles?
Preguntas como estas rondaron el miércoles las cabezas de policias, funcionarios judiciales, toxicólogos, expertos en narcotráfico y público en general.
Lo que desataron las muertes por intoxicación registradas en el Oeste del Conurbano en las últimas horas (a las 23 del miércoles eran 20 muertos y 74 intoxicados internados en hospitales de San Martín, Tres de Febrero, Tigre, General Rodríguez, Moreno, Morón, Ituzaingó, Hurlingham, San Isidro y Vicente López) fue, sobre todo, desconcierto.
Desconcierto y las más diversas hipótesis.
La del “narco-loco- exterminador” que no duda en envenenar a Dios y María Santísima es sólo una de ellas. ¿Alguien puede animarse a descartarla cuando hace apenas unos días una pareja y su nena de un año y medio fueron fusilados en Rosario a la salida de un casamiento narco?
Tal vez no. Sin embargo, para los que más conocen el mundo del los narcotraficantes, el envenenamiento masivo dirigido a afectar el mercado suena demasiado elaborado y diabólico para lo que se viene viendo por estas tierras.
Algunos aventuran que se quiso hacer un daño y la impericia del ejecutor terminó con esta masacre.
Y eso nos lleva a otra hipótesis, la del narco que intentó cortar la droga para sacar más ganancia y, de puro bruto, fabricó una mezcla venenosa. Es aquí donde aparece el veneno para ratas como sustancia mortal. Muchos lo mencionaron pero hasta el momento no fue confirmado por ninguna fuente oficial.
Una teoría paralela a estas afirmaba que los pacientes internados, los que no habían tomado tanto y lograron sobrevivir, estaban reaccionando favorablemente al tratamiento contra sobredosis de opioides. En síntesis: que entre la cocaína había sustancias como morfina o fentanilo que son tan poderosas que pueden causar la muerte.
Eso sí. Ni el fentanilo ni la morfina se consiguen en el quiosco de la esquina. Ni son algo que suela tenerse a mano en una barriada como Puerta 8 (donde se vendieron las dosis mortales). Otro detalle: estas sustancias son más caras y difíciles de conseguir que la cocaína (de baja calidad) que circula por Morón o San Martín.
Entonces, nuevamente ¿estamos ante un narco exterminador y además sofisticado que no usa veneno para ratas sino derivados del opio para hacer sus atentados?
Cada una de las teorías e hipótesis hace agua en algún punto. Y cada una, en el marco del desconcierto, no puede descartarse por completo.
Hay algunas cosas a favor y esas serán las herramientas de la Justicia para encontrar Justicia: las autopsias a los cuerpos de las víctimas, el análisis toxicológico de sus vísceras (que tarda unos 30 días), el análisis químico de las muestras de droga hallada en los allanamientos, el testimonio de testigos y/o arrepentidos.
Esas son las puntas.
De ahí vendrán las pistas.
Hoy es difícil decir a dónde terminara todo.