¿Causan una enfermedad más grave? ¿Evaden los anticuerpos de las anteriores cepas? ¿Podrían provocar una nueva ola de contagios? Qué dicen los especialistas
Los virus están en constante cambio y evolución. Y el coronavirus SARS-CoV-2 no es la excepción. A la última variante de preocupación conocida como Ómicron descubierta en Sudáfrica a fines de noviembre del año pasado y que desplazó a la más mortal Delta, le sucedieron nuevas subvariantes como BA.2 que es hasta un 30% más contagiosa. Ahora, dos subvariantes, llamadas BA.4 y BA.5 se están propagando rápidamente también en el país del continente africano lo que provoca que los casos de COVID-19 aumenten nuevamente.
Jacob Lemieux, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts e instructor de la Escuela de Medicina de Harvard, dijo esta semana que los datos recientes de COVID-19 de Sudáfrica son “alarmantes”, ya que las subvariantes BA.4 y BA.5 de Ómicron parecen estar causando un aumento exponencial en las tasas de positividad, el porcentaje de todas las pruebas que son positivas, y ya representan más del 50% de los casos.
El pasado 11 de abril, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó tener bajo vigilancia a los dos nuevos linajes de Ómicron, cuyas “mutaciones adicionales deben estudiarse más a fondo para comprender su impacto en el potencial de escape inmunológico”, y mencionó Sudáfrica entre los países que hallaron su presencia. Pero en un estudio que aún no ha sido revisado por otros expertos, se confirma que estas dos subvariantes se extienden rápido y ya están sustituyendo a sus antecesoras, por lo que prevén que reemplacen a BA.2 en todo el mundo en los próximos uno o dos meses.
“Se empieza a ver un aumento que recuerda, en sus cifras, su calendario y su tasa de positividad en las pruebas, a la ola de Ómicron, posiblemente incluso despegando más rápido”, dijo Lemieux durante una sesión informativa para los medios de comunicación días atrás por el Consorcio de Preparación de Patógenos de Massachusetts. “Es realmente alarmante y sugiere que probablemente veremos una quinta oleada en Sudáfrica. El alcance de esta ola aún no está claro”.
Sin embargo, Tulio de Oliveira, virólogo que dirige uno de los programas de vigilancia genómica más sólidos del mundo para el SARS-CoV-2, le dijo a la revista Nature que “sólo hay que trabajar con cuidado y diligencia, pero con calma”. No le asustan las BA.4 y BA.5. porque si bien han ganado terreno rápidamente en Sudáfrica durante el último mes, las tasas de casos y hospitalizaciones por COVID-19 son estables en el país. También está tranquilo porque su equipo ha hecho descubrimientos similares durante la pandemia y conoce el procedimiento de vigilancia.
Para la viróloga del Colegio Imperial de Londres, en el Reino Unido, Wendy Barclay, hay que focalizar en dos cuestiones principales en la vigilancia de las subvariantes: “Nos importa una diferencia en la gravedad de la enfermedad, y nos importa una variante que evada las vacunas, porque aunque tengamos la misma gravedad, un aumento de casos sigue teniendo un gran impacto en la vida”, afirmó.
Una de las cosas que hace que BA.4 y BA.5 sobresalgan para los virólogos es una mutación de aminoácidos que comparten llamada F486V. Esa mutación se encuentra en la proteína de la espiga de los virus, cerca del lugar en el que la proteína se une al receptor ACE2 de las células, una interacción que abre la puerta a la infección. Los anticuerpos generados en respuesta a las vacunas contra el COVID-19 y a infecciones anteriores con el coronavirus neutralizan el virus al adherirse a ese punto.
Desde el año pasado, los virólogos habían empezado a notar la vulnerabilidad de ese punto en los experimentos de laboratorio. Por ejemplo, el virólogo Benhur Lee, de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí de Nueva York, y sus colegas estaban ayudando a examinar un prometedor tratamiento con anticuerpos monoclonales al exponerlo a un virus artificial que tenía muchas versiones de la proteína de la espiga del coronavirus. Sólo una versión de la proteína de la espiga evadió sus anticuerpos. Tenía una mutación casi idéntica a la F486V.
En ese momento, Lee se sintió aliviado al ver que la mutación era increíblemente rara en la vida real, lo que sugería que obstaculizaba el virus de alguna manera. Sólo unos 50 de las casi 10 millones de secuencias del coronavirus en GISAID contenían la mutación. En ese momento se sintió seguro de que el tratamiento con anticuerpos seguiría siendo ampliamente útil. Pero con el rápido aumento de BA.4 y BA.5 en Sudáfrica, parece que el coronavirus ha evolucionado de tal manera que la mutación ya no lo frenaría.
Lorenzo Subissi, virólogo de la OMS, dice que la agencia está siguiendo los dos sublinajes. Pero antes de sacar alguna conclusión sobre si suponen una amenaza adicional en comparación con otras variantes de Ómicron, necesita saber más de los estudios epidemiológicos de las personas. Los inmunólogos también están abordando la cuestión del escape inmune mediante la exposición de muestras de BA.4 y BA.5 a sangre extraída de personas previamente infectadas por el coronavirus y de personas vacunadas. Investigadores de Sudáfrica, el Reino Unido, de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China han entregado muestras de pacientes para los estudios de vigilancia.
Los nuevos sublinajes de Ómicron muestran la capacidad de evadir los anticuerpos de infecciones y vacunas anteriores, de acuerdo a un estudio preliminar dirigido por el Instituto de Investigación de Salud de África en Sudáfrica. Los resultados de la investigación mostraron que las muestras de sangre de personas que habían sido infectadas con la variante Ómicron original vieron una caída de casi ocho veces en la producción de anticuerpos neutralizantes cuando se analizaron contra los sublinajes BA.4 y BA.5. En cambio, las muestras de personas que fueron vacunadas mostraron una disminución de anticuerpos de aproximadamente tres veces.
Oliveira explicó en su cuenta de Twitter que los nuevos resultados “muestran que las infecciones previas con Ómicron BA.1 no serán suficientes para prevenir una segunda infección con BA.4 y BA.5″. “Todos estamos cansados de este virus, pero puede que él no esté cansado de nosotros. Ahora debemos tomarnos en serio la inmunidad decreciente de infecciones previas”, añadió en su hilo.
Para Lemieux, que es el codirector del programa de variantes víricas de MassCPR, que es demasiado pronto para saber si las subvariantes causarán un aumento de las hospitalizaciones y las muertes o, como la subvariante BA.2 que eclipsó a la Ómicron original en Sudáfrica y Estados Unidos, simplemente sustituirán a las versiones anteriores del virus sin causar un aumento de las enfermedades graves. “Hay mucha más inmunidad a nivel de la población, así que tal vez sólo sea una ola en números, no en morbilidad y mortalidad”, remarcó el experto. “Pero tiene un sabor a ‘aquí vamos de nuevo’”.
Las variantes del coronavirus de este año causan, por término medio, una enfermedad menos grave que las versiones anteriores del virus. Pero según la doctora Barclay eso no es señal de que el coronavirus vaya a seguir debilitándose. Además de adquirir las mutaciones habituales, el coronavirus puede evolucionar rápidamente a través de la recombinación al insertar un trozo de secuencia de una variante en el genoma de otra. Si un sublinaje de Ómicron se recombina con otra variante del coronavirus, podría producir un virus que evadiera la inmunidad y enfermara más a la gente. “Sería estupendo que estas nuevas variantes formaran parte de una tendencia en la que el virus se volviera más leve, pero no hay ninguna razón biológica para creer que eso vaya a ser siempre así”, afirmó la experta.