Fue visto en la Gran Barrera de Coral, en Australia. La diferencia entre ambos sexos los caracteriza.
“Realmente nunca había visto algo así antes y no creo que lo vuelva a hacer en mi vida”. Con esa frase la guía de arrecifes y bióloga marina Jacinta Shackleton resumía sus sentimientos al contar su encuentro en la profundidades del mar con un pulpo manta, uno de las criaturas marinas más exóticas y difíciles de hallar en el mundo.
El molusco marino tecnicolor fue descubierto la semana pasada frente a la costa de la isla Lady Elliot en la Gran Barrera de Coral, en Australia.
Hasta hoy, solo un puñado de personas logró hallar al deslumbrante pulpo de manta en su hábitat natural, lo que lo convierte en una de las vistas más raras del mundo animal.
“Cuando lo vi por primera vez, pensé que podría haber sido un pez juvenil con aletas largas, pero cuando se acercó, me di cuenta de que era un pulpo de manta hembra y tuve una sensación abrumadora de alegría y emoción”, dijo Shackleton a The Guardian.
“Seguí gritando a través de mi snorkel, ‘¡es un pulpo de manta!’ Estaba tan emocionada que me resultaba difícil contener la respiración para sumergirme y grabarlo en video”.
Los pulpos de manta son extremadamente raros. El primer avistamiento de un macho vivo se realizó hace 21 años justo al norte de la Gran Barrera de Coral, en Ribbon Reefs, por Julian Finn, curador principal de invertebrados marinos en los Museos Victoria.
Para los expertos son el “ejemplo más extremo de dimorfismo sexual de tamaño en un animal no microscópico”.Mientras que las hembras crecen hasta 2 metros de largo, los machos solo se han visto crecer hasta unos 2,4 centímetros y no desarrollan la “manta” iridiscente que hace única a la especie. Las hembras sí la desarrollan y es usada para confundir a sus depredadores.
Según The Guardian, la diferencia extrema entre los sexos se debe al hábito único del pulpo manta de llevar aguijones de botella azul para defenderse. Shackleton dijo que solo hubo registrados tres avistamientos del pulpo en el área antes del suyo. Por lo general, pasa su ciclo de vida en mar abierto, por lo que es aún más inusual ver uno en el arrecife.
“Ver uno en la vida real es indescriptible, estaba tan cautivada por sus movimientos, era como si estuviera bailando en el agua con una capa flotante. Los colores vibrantes son tan increíbles que no pude quitarle los ojos de encima“, dijo la bióloga.